Origen del nombre «Las Loras»

La comarca de Las Loras es un territorio situado en el Noroeste de la provincia de Burgos, justo al sur de Campoo (Cantabria), y que comparte numerosos elementos culturales con la zona cántabra. Fue parte nuclear de la Cantabria prerromana y del Ducado visigodo de Cantabria.

Se trata de un paisaje de altura (1000 metros de altitud), llano y sin apenas masas boscosas, pero del que sobresalen cada pocos kilómetros una serie de cerros calizos de cumbres planas llamados LORAS por la zona y que constituyeron en tiempos el lugar de asentamiento de algunos de los grandes castros cántabros de la Edad de Hierro.

Se han propuesto explicaciones de lo más peregrinas al respecto de este oro-topónimo, desde etimologías vascas a árabes. Sin embargo, la hipótesis más sólida parece ser la que identifica a este vocablo con el latín flos-floris (flor y, también desde época romana, AFLORAMIENTO rocoso o mineral de cualquier tipo). El cambio fonético «f→h» es uno los rasgos más generalizados y distintivos del cántabro y del castellano de entre todas las lenguas románicas (aunque también se da en el gascón). El fenómeno consiste en que, en ciertas condiciones fonológicas, la f- inicial latina se convirtió en una h- aspirada que luego desapareció en las variedades estándar del español. Menéndez Pidal situó la isoglosa primitiva entre la aspiración de /f/ y su conservación en las fuentes del río Sella. Esta ribera marca un límite antiquísimo y prácticamente estacionario: al Occidente los ástures, que pronunciaban /f/ latina; al Oriente los cántabros, que la aspiraban (farina harina; formiga hormiga). En el dialecto gascón del idioma occitano, el cambio f→h se generalizó en todas las posiciones; mientras que en castellano solamente ante vocales: fratre > hray ’hermano’, cast. fraile o fray; fructu > heruto, cast. fruto; flore > hlor, cast. flor; festa > hèsta, cast. fiesta. En cuanto al vasco, es posible que esta lengua careciese de /f/ en sus estadios más antiguos, pero la mayoría de los dialectos modernos cuentan con /f/ en el inventario fonológico, no sólo en los préstamos románicos sino en palabras de raíz prerromana. Parece que el fonema latino /f/ fue substituido por /p/ y más tarde se sonorizó.

El grupo consonántico inicial fl- presenta en castellano ciertas particularidades. De seis palabras latinas que sobrevivieron en
la lengua vernácula durante la alta Edad Media, cuatro lo han conservado: flaco<flaccum, fleco< floccum, flojo< fluxum, flor< florem. Sin embargo, en algunos casos se observa la pérdida de la f- inicial reduciéndose a /l/. Penny (1972) pone como ejemplo palabras como lacio (<flaccidum) y lambra (<flammula) y cree que habrían pasado por estadios con [hl] antes de perder definitivamente la f. Esta misma explicación sería plausible para una palabra como lora, partiendo del mismo origen que la palabra flor, pero siguiendo un camino evolutivo diferente.

En resumen, la hipótesis más plausible es que LORA proceda de la misma raíz latina que FLORA con el significado de afloramiento rocoso en la llanura (que es justo el significado actual de Lora), con pérdida de la F inicial por influencia arcaizante cántabra.

Foto de Valentín Martínez.

valentin martinez

 

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