En Merindades se encuentran una serie de estelas tardorromanas con figuras humanas en parejas o en grupos familiares, sumamente características, y con una área de distribución muy reducida que incluye el alto Duero y el alto Ebro.
En EXTRAMIANA, una localidad ubicada en las faldas de la Sierra de Árcena que separa Tobalina de Valderejo tenemos un ejemplo, reubicado en la Iglesia parroquial del pueblo, aunque claramente anterior cronológicamente, y de la que apenas se conocen datos. No aparece en la carta arqueológica de la comarca ni en ningún otro documento conocido por nosotros. La zona presenta la mayor concentración de restos militares tardorromanos y visigodos de todas las Merindades tras la zona de la Horadada (Tedeja).
Precisamente cerca de La Horadada, en QUINTANASECA, aparece la segunda de estas estelas. Su morfología hace sospechar que se trata de una urna oikomorfa autrigona, aunque este tipo de estelas burebanas muestran habitualmente una iconografía basada en representaciones astrales, y no se documenta ningún ejemplo en el que aparezcan figuras humanas. Por otro lado, las estelas visigodas suelen tener todas un fuerte carácter religioso, religiosidad que no se observa en este caso.
Existe alguna referencia fotográfica muy antigua de que en MIÑÓN (Medina de Pomar) también existió una estela de este tipo figurativo, aunque representando la parte superior del cuerpo en vez de figuras humanas enteras. Conservada en los fondos del Archivo de la Diputación Provincial de Burgos se encuentra una placa en mal estado en la que a duras penas se puede reconocer algunas letras y ciertos trazos. Esta debe ser la lápida vista por Huidobro en 1933 sin más referencias. Consistía en una estela de cabecera de forma semicircular. Entre ella y la inscripción, una línea servía de demarcación de ambos campos. Parecen adivinarse tres bustos, dos con mayor claridad y el central mayor que los laterales. Su paradero actual es desconocido.
Entre TORRES y VILLATOMIL (Medina de Pomar) se encontraron restos romanos de lo que pudo ser un hipocaustum y un fragmento de estela decorada por dos cenefas con líneas quebradas y tres figuras con túnica y las manos entrelazadas. Presenta el siguiente texto: Ursu/do o. Ha sido fechada en los siglos II-III dC. y se encuentra expuesta en el Museo de Las Merindades, Medina de Pomar.
Otra estela familiar de este mismo grupo es la que apareció en VILLAVENTÍN, Junta de Traslaloma. Se trata de un fragmento de una estela funeraria, mutilada arriba y abajo. La decoración consiste en una banda de cinco celdas cuadradas en las que se incluyen aspas, talladas en bisel; bajo él, tres hornacinas arqueadas con sendos personajes, el de la izquierda, vestido con túnica larga y un llamativo tocado, mientras que en el del centro apenas se aprecia el peinado o y la posición de los brazos; la figura de la derecha parece masculina, con toga. Bajo la escena, sin más resalte que el interlineado , se conservan dos líneas de texto, la segunda con sendos golpes que obliteran un par de letras. El texto dice: D(is) M(anibus) / Lucretia(e) / coiugi pientissime (A los Dioses Manes. Lucrecia, cónyuge piadosísima…). Datada en el s. IV y expuesta en el Museo de Burgos.
La encontrada en CASTRO SIERO está actualmente también en el Museo de Burgos. Se trata de un sillar prismático en cuyo interior se dibuja en rehundido un campo semicircular decorado con cuatro figuras con los brazos unidos (extendidos) a la altura de los hombros; por la manera de representar las piernas la más alta de las cuatro sea posiblemente varón. Al exterior linea de dientes de lobo hecha mediante incisión. Representación de un grupo familiar similar a otros del norte de la provincia y Ebro Medio.
El último ejemplo que conocemos es la estela de TUDANCA, ubicada en la tapia del cementerio y que podría asociarse con este núcleo tardorromano de Siero. Se trata de una estela con cabecera semicircular decorada con un creciente lunar entre dos círculos y coronado por una hoja de yedra. Bajo ella, aparece una cenefa. Curiosamente no se han encontrado estelas de este tipo en el importante enclave tardorromano y visigodo de Santa María de Hito (Valderredible) ni en ningún otro punto de Cantabria o la Montaña Palentina.
Sobre este singular grupo de figuras humanas de pie que en ocasiones se toman de la mano, se han dado varias interpretaciones. Algunos piensan que pueden ser retratos familiares reales (Marcos Pous y García Serrano, 1972; García-Blázquez, ibid.) o idealizados (Elorza, 1970) de los fallecidos.
Según otros autores se trata de tríadas/trinidades celtas, o de la multiplicación de la figura del difunto para heroizarlo (Marco Simón, 1978). Canto opina que unas figuras que se cogen de la mano no pueden hacer otra cosa sino bailar. Los objetos entonces, especialmente las «cardas o peines» (Aguilar, Santa Cruz, Marañón) deben de ser más bien instrumentos musicales, tales como caramillos o flautas rústicas (syringes, fistulae). Los alargados, «con bolas», quizá sean entonces liras o guitarras muy simples, las pandurae (como en Aguilar) y los «triángulos y cuadrados», como los del fragmento de Zabal (Castillo et al., 1981), esquilas o campanas. Las «falces» de la estela de Santa Cruz podrían ser simples trigona, es decir, triángulos de cuerda. Las «lanzas» serán meros palos, como los que siguen usándose en algunas danzas del norte, todo ello bastante rústico y muy ligado, como cabe esperar, al mundo silvo-pastoril y ganadero.
Estela de Extramiana, Cuesta Urria. Foto de Jose Antonio Sánchez.
Estela de Quintanaseca, Frías.
Estela de Villaventín, Junta de Traslaloma.
Estela de Castro Siero, Valle de Sedano. Foto de José Antonio Abásolo.
Estela de Tudanca, Los Altos.
Estela de Renedo de Bricia, Valderredible. Colección Eugenio Fontaneda en Ampudia (Palencia). Fuente: Arribas Magro, 2017.
Foto gracias a Javier Gómez.
Fuera de las Merindades, en Ubierna (Burgos) se encontró otra ligeramente similar que hoy día se encuentra en paradero desconocido. Se trata del fragmento superior de una estela, de presumible composición tripartita. Arriba tiene un frontón curvo y dos acroteras con muescas centrales muy desgastadas. El tímpano contiene tres rosáceas burdamente incisas, con pretensiones hexapétalas, la central, mayor que las laterales. Debajo, en el interior de dos hornacinas, aparecen sendas figuras humanas, la de la derecha, de tamaño mayor. A la izquierda dibujo de espiga, estilización de una conífera o un tejo.
Estela de Buniel. Foto de José Antonio Abásolo.
En Buniel, un pueblo a 12 km de Burgos dirección Palencia, se encuentran tres lápidas figurativas, dos de bustos y la tercera de cuerpo entero. En el campo se contiene un grupo familiar formado por tres figuras que por los particulares anatómicos se reconocen, de izquierda a derecha, padre hijo y madre. Están de frente con los pies de perfil y los brazos extendidos pero no enlazados. La representación de las figuras es bastante esquemática y las letras de la inscripción muy toscas. Las tres lápidas forman parte, posiblemente como material reaprovechado, de la necrópolis medieval levantada sobre un antiguo asentamiento romano. En la actualidad se encuentran en una bodega del pueblo.
Este grupo de estelas encuentran sus paralelismos más cercanos en el original grupo de cinco estelas de Aguilar de Codés (suroeste de Navarra), con varias figuras humanas, vestidas habitualmente con saga, dentro de nichos, estudiadas hace años, entre otros, por A. Marcos Pous (1972), Castillo et al. (1981), García-Blázquez (1994), que se agrupan con algunas otras navarras (Gastiáin) y del otro lado del límite con Álava: Las dos de Contrasta y otra, quizá la mejor del lote, de Santa Cruz de Campezo.
Ilustraciones de Alicia Mª Canto.
Estela de Galdakao. Foto de José María Blázquez.
También en Galdakao, al lado de Bilbao, se documentan estelas morfológicamente similares a las presentadas en esta entrada. Desafortunadamente, muchos análisis comparativos publicados a nivel académico suelen estar relacionados con el lugar de procedencia/residencia del autor del texto: arqueólogos burgaleses tienden a establecer los mayores paralelismos de este tipo con estelas de la provincia de Burgos (algunas ciertamente similares, otras no tanto), mientras los autores vascos tienden a buscar mayores semejanzas en el grupo de estelas de Aguilar de Codés. Se trata de compartimentalizaciones políticas actuales que en nada ayudan e entender el contexto histórico que dio origen a estas representaciones funerarias. De hecho el análisis de todas estas piezas que estamos mostrando aquí corrobora la idea expresada ya hace años por Merino (1977) de que «hay que desechar los particularismos regionales y locales cuando se trata de este complejo de formas culturales que se ha denominado «romanización».
Estela de Villoslada de Cameros, La Rioja. Foto de Alberto Tamayo.
En Villoslada de Cameros (La Rioja, cerca del límite con Soria) se encuentra otra estela funeraria con alguna similitud, hecha de granito local. Presenta un cuerpo rectangular rematado en fastigium con acróteras laterales. Los campos se delimitan con baquetón; en el frontón triangular un disco con cinco radios y puntos interradios. Debajo campo con tres perfiles humanos esquemáticos, finalmente el campo epigráfico rehundido, con el siguiente texto: D(is) M(anibus) MA(numentum) F(ecit)? / FAPMENVE / NEVOPALOIA/NI ALOESE P / an(n)o(r)um XV.
Estela de Santervás de la Sierra, Soria. Foto de Carmen Merino.
En Santervás de la Sierra, a 9 km al NO de Soria, se localiza una estela hallada en 1930 y conservada actualmente en la iglesia museo de San Juan de Duero. Se trata de una lápida tripartita (como fueron probablemente muchas de las presentadas aquí en origen) de 1,22 metros de altura. En la parte central aparece un vano rectangular enmarcado con un fino listel y con tres figuras humanas en posición frontal y talladas en relieve plano.
Estela de Monte Cildá, Palencia. Foto de Ana María Vázquez.
Estela de Fresneda de la Sierra, Burgos.
Algunos autores (Merino, 1977) incluyen dentro de este grupo otras muchas estelas cercanas geográficamente como las de Monte Cildá (Palencia), Amaya, Fresneda de la Sierra, etc.. que a nuestro juicio resultan ya claramente distintas, como se puede observar en estos ejemplos.
Todas las estelas expuestas hasta aquí presentan una distribución muy característica, con un epicentro que parece estar radicado en la zona media-alta del valle del Ebro y prolongaciones hacia el área antaño celtíbera de Rioja, Soria y Burgos, así como hacia la costa vasca, en ámbitos o enclaves asociados casi siempre a una fuerte romanización y en la zona de influencia del antiguo y potente obispado tardorromano de Calahorra. La diócesis de Calahorra nace de la sangre martirial de san Emeterio y san Celedonio, derramada con toda probabilidad durante la persecución de Diocleciano a finales del siglo III (298). El martirio de los Santos invita a suponer la existencia, al menos, de un pequeño núcleo cristiano en la ciudad romana. En la segunda mitad del siglo IV, el poeta Aurelio Prudencio atestigua ya la existencia de la diócesis, con su obispo al frente, aportando incluso el nombre del primero históricamente conocido, Valeriano. Hasta allí acudían los cristianos de la comarca en busca de la protección de los Santos.
Hasta hace poco se ha considerado que estas estelas correspondían a un determinado sector geográfico y a un marco cultural concreto. Sin embargo creemos que el tema de figuras humanas dentro de arcos o bajo dintel con las manos enlazadas, unidas por los hombros o aisladas unas de otras, tiene una difusión que desborda los marcos étnicos locales puesto que comprende, entre otros y de Norte a Sur, Vizcaya : Galdácano, Meacaur de Morga y Zaldu; Burgos: Peña Amaya, Villaventin, Torres-Villatomil y Fresneda de la Sierra; Alava : Contrasta, Iruña, Narvaja, Santa Cruz de Campezu y San Martín de Galvarín ; Navarra : Aguilar de Codés, Arbaiza, Gastiaín, Estella, Marañón, Urabaín y Urbiola; Palencia: Monte Cildá, fechadas por las excavaciones en el siglo III; La Rioja: Nieva y Rasillo de Cameros y Montemediano ; Soria: Aguilera, Santervás de la Sierra y San Esteban de Gormaz.
De modo que si se encuentran en tierras que habían sido de várdulos también en las que pertenecieron a caristios, vascones, berones, cántabros, pelendones y arévacos. No hay por tanto posibilidad de atribuirlas a una unidad étnica, pues pertenecen a grupos tan distintos como de hecho, por ejemplo, son caristios y arévacos. Así lo lógico es pensar que su existencia nada tiene que ver con las viejas y ya prácticamente inoperantes circunscripciones territoriales de los pueblos prerromanos. En resumen, la Arqueología nos muestra cada vez con más claridad, conforme se va conociendo más y mejor la Hispania romana, que las manifestaciones culturales no son fenómenos localizados, sino que se extienden sobre amplias zonas, rebasando generosamente los límites de los subgrupos culturales prerromanos y los ámbitos locales de las ciudades, y que su aparición fuera de esos puntos no se debe a una irradiación desde ellos como» centros originarios. En nuestra opinión son fruto de influencias varias sobre un sustrato general de la segunda Edad del Hierro y en el que la iglesia cristiana empieza a tener ya cierto protagonismo, además de tener que ver con una mentalidad, una tradición, unas creencias y unas modas generalizadas en una amplia zona durante el Imperio (Merino 1977).
Bibliografía:
Abásolo, J.A. (1984). Recientes Hallazgos de lápidas romanas en la provincia de Burgos.
Abásolo, J.A., Ruiz, I., Campillo, J. y Hernando, H. (). El castro de La Polera en Ubierna y los yacimientos arqueológicos del sur de Las Loras.
Blázquez, J.M. (1974). Estela de Galdácano.
Canto, A.M. (1997). La Tierra del Toro. Ensayo de identificación de ciudades vasconas.
García Ariza (1991). Estelas decoradas de Aguilar de Codés. Onomástica y tipología indoeuropeas.
García Merino, C. (1977). Acerca de algunas estelas hispano-romanas de la Meseta.
Hispania Epigraphica Online Database.
Vázquez Hoys, A.M. (2012). La estela de la confusión. CIL II 6338v y los fantasmas.
Agradecemos al arqueólogo Rafa Varón su aportación para completar la información de este post.