Cerámica del bronce final en Merindades

En las cuevas de Ojo Guareña (Sotoscueva; siempre hay algo de cualquier época ancestral en Ojo Guareña), Munilla y Hoz de Arreba (Valdebezana), Covanera (Tubilla del Agua) y posiblemente también en Castriciones, Pérex, Quincoces de Yuso, etc. (Valle de Losa) se han encontrado cerámicas decoradas con técnicas excisas y llamadas «de Boquique» que se adscriben al Bronce Final, en torno a 1200 antes de C., en el período cultural conocido como Cogotas I. Son posteriores a las de tipo campaniforme.

En aquella época, toda la vida espiritual de nuestros antepasados parece que giraba en torno a las cuevas. Las numerosas cavidades de Merindades no solo eran el hábitat predominante en la comarca, sino que además servían como lugares de culto mágico-religioso y recintos funerarios, como se ha constatado en Espinosa de los Monteros, y el valle de Losa (Villatomil, Baró, Relloso, Teza, San Llorente, Múrita, etc..).

15230722_936745016456193_7291511447890182071_n

Foto de unas extraordinarias ollas completas de tipo Boquique encontradas en Dueñas, Palencia.

 

Hachas de bronce de Pico Cuerno, Sotoscueva.

Se trata de un depósito de la Edad de Bronce encontrado en 1948 en un abrigo natural del Pico Cuerno, al lado de la ermita de San Bernabé y compuesto por siete piezas, seis completas y el fragmento de otra. De tres de ellas no ha vuelto a saberse nada y solo se tienen localizadas cuatro, que son las que se exponen en el Museo de Burgos, junto a otra pieza de origen desconocido.

15241424_937022819761746_2619374357540917783_n

 

Los tres ejemplares completos son de la tipología de dos anillas, según la clasificación de Díez-Andreu (1988), extendidas por una amplia zona del oeste de Europa y el cuadrante noroccidental de la península ibérica. En España se han encontrado también hachas sin anillas y con una única anilla, con una correspondencia cronológica entre los tres tipos: las hachas sin anillas son las más antiguas (Bronce Medio) y las de dos anillas son las más modernas (Bronce Final y principios de la Edad de Hierro). Todos los tipos se vinculan a la cultura del Bronce Atlántico.

Una de ellas es un hacha de hoja plana, del tipo llamado «hacha de dos anillas sin talón» (tipo 2.1. según Díez-Andreu). Es un grupo muy poco numeroso y concentrado en el norte de las provincias de Burgos y Palencia, con paralelismos en la isla de Cerdeña. Se le supone una funcionalidad básica como martillo. Respecto a su cronología, no existe coincidencia entre los autores. Delibes de Castro plantea que esta pieza no es una derivación de las hachas más simples, sino de constituye una regresión desde los modelos de talón con dos asas. No nos hallaríamos, según este criterio, ante talones en gestación sino ante talones atenuados, degenerados, cuya cronología habría necesariamente de referirse a un momento bastante avanzado del Bronce Final, muy lejos siempre de los primeros compases de esta etapa.

15235931_937067499757278_1095243770260994924_o

Distribución de las hachas de «dos anillas sin talón (tipo 2.1. según Díez-Andreu).

 

Las otras dos son del tipo denominado por Díez-Andreu «hachas de dos anillas con varios nervios y sin cono». Es también un grupo muy poco numeroso, pero al contrario que la anterior, su ámbito geográfico se sitúa en la posterior provincia de la Gallaecia. Harrison, Craddock y Hugues (1981) fechan un hacha de este tipo entre el 1000 y el 700 aC. Dataciones similares son las más plausibles para todo este conjunto de Sotoscueva.

15235438_937067706423924_3682417659386221792_o

Distribución de las hachas de «dos anillas con varios nervios y sin cono» (tipo 2.8, según Díez-Arnau).

 

Estas hachas de bronce surgieron fruto de los contactos marítimos intensos que se establecieron en esta época entre zonas tan alejadas como Cerdeña y Dinamarca. Desde fines del Bronce Medio, dieron muestras en las tierras atlánticas del continente de una notable variedad morfológica y ornamental motivada por el surgimiento de un elevado número de talleres regionales. La concentración de piezas de tipología 2.1. en el Norte de Burgos (Sotoscueva, Valdelateja, Quintana de Bureba, Padilla de Abajo, Renedo de la Escalera) y Palencia (Dehesa de Romanos) y su dispersión parece perfilar en opinión de Ruiz-Gálvez (1990) y Delibes de Castro los límites de un territorio de cierta homogeneidad cultural en el que la mucho más esporádica dispersión de otros objetos metálicos (calderos, armas, ganchos…), obedece a su mayor circulación y cosmopolitismo en tanto elementos de prestigio. Parecería razonable plantear entonces el valor de estas hachas como referente de etnicidad de unas comunidades locales, acaso aglutinadas en torno a la explotación de los veneros cupríferos de Huidobro (Delibes de Castro, 1994).

Autores como Peralta Labrador (2000), sitúan los inicios de la etnogénesis cántabra precisamente en este período del Bronce Final (siglo XII aC) y el tránsito al Hierro I.

Más información:

http://riubu.ubu.es/…/10…/1971/1/0211-8998_n209_p239-277.pdf

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2689726.pdf

 

 

 

 

¿Hubo repoblación en Merindades?

LA OPINIÓN DE DOS EXPERTOS

José Ángel García de Cortázar es un historiador medievalista especializado en la historia de la Alta Edad Media. Es catedrático jubilado de Historia Medieval en la Universidad de Cantabria. Centrado en la investigación de la Alta Edad Media, siglo V al siglo X, y en concreto del tránsito desde el Imperio romano e Imperio carolingio hasta la construcción de los reinos del medievo. Ha estudiado con profundidad el feudalismo y la sociedad medieval con especial atención a las estructuras del poder, la historia rural y la organización y relaciones sociales especialmente del territorio demarcado por el mar Cantábrico y el río Duero.

Gonzalo Martínez Díez fue catedrático de Historia del Derecho Español desde 1968 en la Facultad de Derecho de San Sebastián y catedrático emérito de la Universidad de Valladolid. Fue además miembro fundador de la Alianza Regional de Castilla y León y uno de los promotores del PANCAL, siendo un destacado personaje del movimiento castellanista.

Fuente del texto: García de Cortazar, J.A. (2004). Sociedad y organización del espacio en la España medieval. Universitat de Valencia.

 

15181307_936394066491288_1373335677129141050_n

 

 

Evolución geográfica de los municipios de Merindades en los últimos 300 años.

Como se ha explicado varias veces en esta página (véase nuestro mapa resumen), tras las reformas borbónicas de 1749 la actual comarca de las Merindades quedó dividida en aquella época en tres partidos distintos, dependientes todos de la Intendencia de Burgos. Conviene tener en cuenta que los partidos eran más parecidos a las provincias actuales que a las comarcas. Equivalían a las antiguas provincias o corregimientos que habían estado al mando de un corregidor. Los partidos en cuestión eran los siguientes:

1. El PARTIDO DE LAREDO, al que pertenecía toda la actual Cantabria (excepto Campoo), así como la villa de Villasana de Mena, los valles de Mena, Tudela y Relloso, Valdebezana, Hoz de Arreba, Santa Gadea, Bricia y Zamanzas.

2. El PARTIDO DE CASTILLA VIEJA EN LAREDO, al que pertenecían inicialmente (Censo de Floridablanca de 1785) la Junta de Puentedey, las jurisdicciones de Espinosa de los Monteros, Montes del Pas (hoy día en Cantabria), San Zadornil y la Merindad de Cuesta Urria. Posteriormente (Censo de Madoz de 1846) terminó por incorporar a las seis merindades del viejo Corregimiento de Villarcayo que en el censo de Floridablanca aparecían diferenciadas: Merindad de Castilla la Vieja, dividida en Partido de Campo y Partido de Horna; Merindad de Losa, compuesta por las Juntas de Aforados, de la Cerca, de Oteo, de Rioseria, de San Martín y de Traslaloma; Merindad de Montija; Merindad de Sotoscueva, dividida en seis partidos, el de Cornejo, las Cinco Villas, la Sonsierra, el del Valle de Sotoscueva, el de Valdedobres y el de Villamartín; Merindad de Valdeporres; Merindad de Valdivielso, integrada por el Partido Alto, el de Abajo y el de Arriba; y, finalmente, el Valle de Manzanedo.

3. El PARTIDO DE CASTILLA VIEJA EN BURGOS, antiguas Tierras del Condestable (dominio directo de los Velasco) al que pertenecían las jurisdicciones de Medina de Pomar y Villalba de Losa, además del valle de Tobalina y Frías.

Aparte de estas tres grandes áreas, también debemos tener en cuenta dos localidades dependientes del antiguo partido de Bureba: Berberana y Valpuesta, que en la actualidad conforman un único municipio, situado en el extremo oriental de la comarca..

La evolución del mapa municipal desde aquella época hasta la actualidad aparece recogida en el siguiente mapa que hemos elaborado y que os presentamos hoy en rigurosa primicia.

.
CAMBIOS RECIENTES EN EL MAPA MUNICIPAL

En el censo de 1887 no figura ya Aforados de Losa, cuyo territorio se divide entre Junta de Oteo y Junta de Traslaloma. Los pueblos de Momediano y Paresotas pasarán a la Junta de Oteo, y los de Villaventín y Villalacre, a Junta de Traslaloma.

Entre este censo y el de 1910 se produce la separación del municipio de Los Altos de la Merindad de Valdivielso.

Entre 1900 y 1910 se produjo la incorporación de Junta de Puentedey a Merindad de Valdeporres y la desaparición del ayuntamiento de Las Aldeas de Medina, que se adscriben a Medina.

Entre 1910 a 1920 se incorpora Cubillos del Rojo a Valle de Valdebezana.

Entre 1920 y 1930, Arija se segrega de Alfoz de Santa Gadea, y se constituye como municipio. Pesadas de Burgos y Villaescusa del Butrón se incorporan a Los Altos. Se incorporan Valle de Hoz de Arreba a Valle de Valdebezana y Bocos a Villarcayo.

Entre 1970 y 1981, se produce la incorporación de Aforados de Moneo, Junta de la Cerca y Junta de Oteo al ayuntamiento de Medina de Pomar. Se incorporan Barcina de los Montes, Bentretea, Cornudilla, Hermosilla, La Parte de Bureba, Pino de Bureba y Terminón a Oña. Se crea Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja, por fusión de Merindad de Castilla la Vieja y Villarcayo, y la parte nororiental de este nuevo municipio, concretamente los lugares de Miñón y Villamezán, se integra en 1979 en Medina de Pomar.

El último cambio data de 1991, en el que se constituyó el municipio de Valle de Losa por fusión de Junta de Río Losa y Junta de San Martín de Losa.

15123452_932568950207133_40351951465254195_o (2)

 

 

Cocido menés

Para los amantes de los platos de cuchara aquí tenéis un cocido diferente y peculiar, típico del Valle de Mena. Una delicia de la gastronomía local.

Ingredientes
– Alubias blancas
– Judías verdes
– Hongos salteados
– Juliana de zanahoria
– Pan crujiente
– Panceta de cerdo
– Aceite de oliva

Preparación
Cocer las alubias con caldo de carne de zancarrón, con una cucharada de aceite y sal, hasta que estén tiernas.
Saltear los hongos una vez cocidas las alubias.
Colocar las alubias en una sartén individual. Añadir el salteado de los hongos y darle un hervor.
Colocar los otros ingredientes y servir.

 

15069009_932482170215811_1871528202308771988_o

Foto de Arcay Proyectos Turísticos.

 

 

El Valle de Sedano en Cantabria, 1797

Fuente: Fernández Vallejo, J.M. (1797): Combinación de la naturaleza, industria y política para hacer feliz la Cantabria, Madrid.

El autor, párroco de Hijas (Pas-Miera), desarrolla en este trabajo ideas para mejorar la agricultura y la industria, como la plantación de prados artificiales. El discurso III trata sobre la “Cosecha de la seda en las Costa Cantábrica” en el que destaca las ventajas de la industria de la seda y preconiza su implantación en la costa cantábrica dado lo templado de su clima. Detalla las particularidades de la cría de los gusanos de seda, y la plantación y cuidado de moreras y morales.

15039684_927999463997415_2402919517348999595_o

 

 

 

 

De cómo se formaron algunos límites provinciales: El ejemplo de Valderredible, Bricia y Santa Gadea.

, s divisiones administrativas y sus alteraciones, peculiaridades y caprichos geográficos rara vez suelen ser el resultado de decisiones basadas en criterios culturales o etnográficos. Pero tampoco suelen ser divisiones arbitrarias, aunque no siempre seamos capaces de vislumbrar los factores que subyacen a las mismas.

Un ejemplo claro lo tenemos en la antigua Merindad de Campoo. En el Becerro de las Behetrías (1351) aparece como una única unidad administrativa, pero poco tiempo después, el análisis del impuesto real conocido como alcabala que instauraron los Reyes Católicos en sus territorios de realengo de Campoo hacia 1501 permite vislumbrar un interesante mapa que os mostramos hoy en esta entrada (Solinís, 2002).

A principios del s XVI, la Merindad de Campoo aparece dividida en pueblos de señorío (dependientes de un señor feudal) y pueblos de realengo (dependientes directamente del rey). La distribución de dichos pueblos en aquella época muestra una sorprendente correspondencia con los límites actuales que dividen al territorio entre las provincias de Palencia, Cantabria y Burgos.

1. La zona de la Merindad de Campoo que hoy día pertenece a Palencia (Aguilar de Campoo y pueblos cercanos) estaba formada exclusivamente por pueblos de señorío, pertenecientes al Marquesado de Aguilar de Campoo, instituido precisamente por los Reyes Católicos y que se mantuvo hasta el siglo XIX.

2. La zona que forma parte hoy día del Campoo cántabro eran en su mayor parte pueblos de realengo.

3. Los pueblos de Bricia y Santa Gadea volvían a ser todos pertenecientes al Marqués de Aguilar, formando una franja que los separaba fiscal y judicialmente de los de Valderredible, y que a su vez dejaba aislado a Valdebezana del resto del Campoo regio.

Estas divisiones se tradujeron posteriormente en corregimientos, partidos, comarcas y provincias diferentes.

Fuente: Solinís, M.A. (2002). La alcabala del Rey, 1474-1504: Fiscalidad en el partido de las Cuatro Villas cántabras y las merindades de Campoo y Campos con Palencia.

15042094_929588747171820_2335076659106133366_o

Breve historia territorial de Puentedey

Toda la zona occidental de las Merindades aparece diferenciada del resto de la comarca desde los más tempranos registros medievales conocidos. La cita documental más antigua que conocemos de esta separación la tenemos en un documento del Cartulario de Santa María de Rioseco de 1171, en el que firman conjuntamente el Comes Gomiç Gundisalvi (conde Gómez González de Manzanedo) como «tenente Arreba et Uezana et Campo» y el Comes Aluarus (posiblemente Álvaro Pérez de Lara) como «tenente Castella».

Dos siglos después aparece la primera mención explícita a la adscripción territorial de Puentedey. El Becerro de las Behetrías (1351) lo recoge formando parte de la Merindad de Aguilar de Campoo (y no en la de Castilla-Vieja, como la mayor parte de las Merindades). En el Censo de Pecheros de 1528 sigue vinculado a Valdebezana, y a través de este municipio, a Campoo y a la Intendencia de Palencia. Probablemente formase en aquella época parte del Arciprestazgo de Arreba. En el Censo de los Millones (1591) no se le menciona explicitamente pero sí a pueblos vecinos como Brizuela, Villavés o Quintanabaldo.

El lugar debió independizarse de Valdebezana en algún momento de los siguientes dos siglos, puesto que en el Censo de Floridablanca de 1787 es nombrado como perteneciente a la nueva Junta de Puentedey, formando parte del partido de Castilla la Vieja en Laredo y la Intendencia de Burgos. Su jurisdicción era de señorío (tal vez fuera este el motivo, puesto que Valdebezana era de realengo) y recaía su titularidad en don Antonio María de Porres, que era el que designaba al regidor pedáneo local. A la caída del Antiguo Régimen, el pueblo se convierte en capital del municipio denominado Junta de Puentedey, que integraba a Quintanabaldo, Brizuela y el mismo Puentedey. Esta junta se estuvo reuniendo desde antiguo hasta 1928 en una oquedad a resguardo del famoso puente natural llamada Cueva del Santo, de modo similar a como hacían los de Sotoscueva.

Poco tiempo antes, entre 1900-1910, el propio ayuntamiento había ya desaparecido integrándose en el de Merindad de Valdeporres.

 

15002505_928456433951718_3323401422888607031_o

Foto de Amado Calvo.

Etimología y evidencias toponímicas de Amaya

 

Tablilla del “Itinerario de Barro” en la que aparece por primera vez el topónimo Amaya, s.III dC. Museo Arqueológico de Oviedo. Foto de Francis Suárez.

 

ETIMOLOGÍA

Sobre el posible significado de la palabra AMAYA existe bastante información disponible tanto en trabajos académicos como en determinadas páginas de internet. Por ello en esta nueva entrada de nuestro blog pretendemos más bien aportar nuevos conocimientos y tratar de condensar el estado de la cuestión hasta el momento. Se han propuesto dos hipótesis etimológicas básicas sobre este vocablo:

La primera afirma que procede del indoeuropeo am(m)a, am, a su vez con dos significados: el más extendido es el que lo vincula con el significado actual de MAMÁ, en lenguaje infantil y familiar (no con el de madre, cuya raíz indoeuropea es diferente). Pokorny (1959) menciona vocablos con similar significado y contexto en idiomas tan dispares como el albanés, griego, islandés, alemán, osco e hindi. Según cada idioma equivaldría a MADRE, TÍA, ABUELA, NODRIZA, ENFERMERA. Con la connotación afectiva de ama como mamá se relacionarían las palabras latinas amicus (amigo), amita (tía) y amare (amar). Corominas (1961) tiene a ama como nodriza o dueña de casa… procedente del hispanolatino Amma «nodriza» que debió significar primeramente «madre que amamanta» y que se ha mantenido especialmente en el ámbito lingüístico español y portugués. Amma, según San Isidoro de Sevilla (Etimologías 12 7.42) sería un nombre dado por el vulgo al murciélago, porque según una leyenda popular, mencionada por Ovidio (Fasti 6 128) y Plinio (11 39), ofrece leche a los recién nacidos, lo que lleva a Isidoro a poner en relación amma con amare. En las lagunas de Villafáfila (Zamora) se ha encontrado una curiosa estela que dice: Amma Nova, con su igual (pareja, marido), alimentó con leche a dos señoras(amas) al mismo tiempo. Puso este epitafio. Yacen aquí. La tierra las sea leve. La dedicante porta el conocido cognomen indígena Amma, bien documentado en la zona antes señalada en las formas derivadas de Amma, Ammia  y otras, y que aquí debe interpretarse como nodriza. En conjunto, parece derivarse de una forma del balbuceo infantil presente en muchos idiomas del tronco indoeuropeo para designar a una madre o cuidadora de forma cariñosa y afectiva.

Según una segunda acepción indoeuropea, también podría hacer referencia a CAUCE, LECHO DE UN RÍO. Con esta raíz hidronímica se han propuesto etimologías para zonas como el valle de Amaía, cerca de Santiago, Galicia (Bascuas 2002).

Una segunda hipótesis etimológica postula que estamos ante un vocablo preindoeuropeo (muchos dicen simplemente “vasco”, pero cuidado con simplificar en exceso: véase nuesta entrada). Se basa en la homofonía con la palabra del dialecto vizcaíno amai, que significa CONFÍN, TÉRMINO + el sufijo -a «el, la, lo», justificando así el hecho de estar aquélla en los confines de la Cantabria.

Esta teoría tiene ciertos elementos a su favor. No solo por el hecho de que, en efecto, Amaya fuese el límite de los cántabros con los vacceos y turmogos en época prerromana y con los visigodos en tiempos del Ducado, sino también porque el Castillo de Maya, en el Baztán navarro (llamado en euskera Amaiurko gaztelua) fue el último bastión de la independencia navarra frente al asedio castellano en 1522. Estamos ante un curioso paralelismo histórico y homofónico, con 800 años de diferencia entre uno y otro, pero sugerente en cualquier caso.

EVIDENCIAS TOPONÍMICAS

Algunos filólogos se han percatado de que esta palabra y sus derivados aparecen con relativa frecuencia en documentos e inscripciones de época romana en toda una amplia zona de Hispania centrada en el Noroeste ibérico y alejada de la zona vasca. Los antropónimos Ammaia, Ammaea, registrados en inscripciones de Lisboa y Arroyo del Puerco (Huelva), son algunos de los más claros. Am(m)aia era cabeza de los Amaeos, gentilidad indígena de Galicia, perteneciente a la tribu de los Caporos. Contienen el nombre Ammeius, documentado también en un epígrafe de Bingen (Alemania). Estrabón cita una Aimaía en la zona de Limia (Orense). Por su parte, los Amaci o Ámacos eran gentes astures. Otros nombres personales, formas variantes y derivadas de este radical, son:  Ammus , Amma, Ammina, Amminus, antropónimos celtas y celtibéricos; este último, documentado en Badajoz, lo llevó también un jefe británico. Su base es Ammus, Am(m)ius / Amia, nombres personales atestiguados en distintas regiones célticas. Ammo-n aparece en epígrafes de Coruña del Conde (Burgos), La Foux (Galia), Heidelsburg (Alemania), etc. Am(m)onĭācus, Amonius, Amonus, Ammonika, Amona (Extremadura, Toledo y Galia). El gentilicio Amminicum se documenta en Uxama (Osma) y Ammira / Amira en Salamanca y Alcántara. En la Lusitania prerromana se conocen varias estelas con las menciones a A(m)maia y Am/maia (Cáceres), Amainio (Zamora), Ama[inio y Amaius (Castelo Branco, Portugal)  y Am(m)/ai(en)ci(s) y Ammai/[e(n)]si (Portalegre, Portugal). También cerca de Portalegre se localiza la villa romana identificada como Ammaia.

Además, existe el dato objetivo de que en el preindoeuropeo hispano parece que no contaban con el sonido m, ni el protovasco ni ninguna otra lengua. La forma que tenían de solucionar este sonido era la combinación sonora -nb-. Y hay muchas evidencias al respecto (aparte de la conocida derivación del protovasco *[h]anbar en el actual hamar, «diez»). Se sabe por ejemplo que el nombre de la ciudad alemana Emmerich, cerca de la actual Düsseldorf, procede de un antiguo *Ammeriacum, y éste a su vez de la forma documentada Ambariacum, lo que la aproximaría a otros nombres con radical amb-, como el antropónimo enormemente común en ciertas zonas de Hispania de Ambatus, presente incluso hasta la llegada de los romanos.

ambatus

Mapa publicado originalmente por Joseba Abaitua.

CONCLUSIÓN

Amaya parece ser una palabra incrustada en lo más profundo del acervo lingüístico de Las Loras. Lo más probable es que se trate o bien de un topónimo indoeuropeo, con el significado de la CIUDAD MADRE o bien preindoeuropeo, traducible como la CIUDAD LIMÍTROFE. En cualquier caso, estamos ante un topónimo y antropónimo ampliamente difundido por todo el noroeste peninsular, más común hacia el oeste que hacia el este de Peña Amaya. Pertenece al ámbito lingüístico prerromano de la Hispania occidental y fue recibido en el latín de la zona y pervivido en él hasta sobrevivir en los romances que lo continúan desde entonces (de Hoz, 2010).

Señalar por lo tanto que de ningún modo estamos ante un topónimo vascuence, ni mucho menos debemos deducir que el vasco llegó a hablarse en algún momento pasado en este sitio de Las Loras, sea por semejanza con el antropónimo Amaya (inventado por Navarro Villoslada en 1879) o por cualquier otro motivo con parecido fundamento. El hecho de que solo a nuestra Peña Amaya se le vean paralelismos etimológicos vascos por parte de algunos (véase también otros topónimos cercanos como Úrbel, Muga o las propias Loras) y no se busquen estos mismos paralelismos en otros topónimos y antropónimos gallegos, leoneses, portugueses o extremeños está indicando claramente que estamos ante una mera cuestión de interés geopolítico y/o miopía intelectual.

BIBLIOGRAFÍA:

Albertos, Mª.L. (1966). La Onomástica Personal Primitiva de Hispania. Tarraconense y Bética, C.S.I.C., Salamanca.

Celtiberia.net http://www.celtiberia.net/es/conocimientos/?idp=644

De Hoz, J. (2010). Historia Lingüística de la Península Ibérica en la Antigüedad.

Galmés, A. (2000). Los Topónimos: Sus Blasones y Trofeos (La Toponimia Mítica).

Hernández, L. y Jiménez, A. (2007). Novedades epigráficas de la provincia de Zamora, Acta XII Congressus Internationalis Epigraphiae Graecae et Latinae (Barcelonae, 3-8 Septembris 2002), eds. M. Mayer – G. Baratta – A Guzmán, Barcelona, pp. 723-725 y 727,

Hernández R. y Siles, J, (2012). Nueva lectura e interpretación de una inscripción latina de Villalpando (Zamora). Studia Philologica Valentina, 14, 89-97.

Hispania epigraphica.

Pokorny, J. (1959). Indogermanisches Etymologisches Wörterbuch. Bern / München.

Urbina, D. (1994). Ataecina y Urilouco dos divinidades indígenas en Talavera de la Reina.  Minius 2-3, 42-51.

Calabazas en la noche de ánimas en Merindades. Una tradición anterior al Halloween

El tallado de diferentes frutas y hortalizas es una práctica común en muchas partes de Europa. Aunque las fechas concretas en las que se suelen hacer estas figuras varía de unos sitios a otros, en la mayor parte de los casos se asocian con este período de tiempo en el que estamos, entre octubre y diciembre.

En Irlanda, a la calabaza vaciada se la conoce como “jack-o’lantern” y va asociada a la conocida festividad de Halloween, de la cual no existen allí registros anteriores al siglo XIX. También el 31 de octubre se celebra en la isla de Man (Gran Bretaña) el “Hop-tu-Naa” con nabos ahuecados. En Francia existe una costumbre similar, los llamados «guénel» o faroles tallados a partir de la remolacha y usados popularmente en el «défilé des guénels», que se celebra durante el mes de diciembre. En Cerdeña se ha conservado una tradición de calabazas iluminadas el día 2 de noviembre, las “sa conca e mortu”, aunque también hay otra tradición en la que los niños llevan calabazas iluminadas en la fiesta de San Andrés, al final de noviembre.

fig3c

En numerosas localidades de toda la España indoeuropea se han usado tradicionalmente calabazas o nabos vaciados por dentro, tallados con forma de cara e iluminados con velas, en ocasiones también calabacines o sandías y casi siempre relacionados con la fiesta de Todos los Santos.

Estas tradiciones se han mantenido aún vivas hasta mediados del siglo XX, especialmente en Galicia, Asturias, Cantabria, el Sistema Ibérico, La Mancha y Extremadura.

En MERINDADES esta tradición parece circunscribirse (por las informaciones que tenemos hasta ahora) a la zona oriental de la comarca. Petra Lopez nos dice que en MIJANGOS (Merindad de Cuesta Urria) se vaciaban las calabazas y se hacían agujeros para formar una cara. Se ponía una vela por dentro y se colocaban por las noches. Recuerda de colocarlas en la tapia de la iglesia para que se vieran al llegar al pueblo.

mijangos-2016-foto-de-miguel-angel-lopez

Calabazas a la entrada de Mijangos, octubre de 2016. Foto de Miguel Angel López.

En CILLAPERLATA, Faustino Bergado recuerda que de pequeño vaciaba calabazas para ponerles una vela dentro. Los vecinos las ponían en las ventanas y la chiquillería iba por las calles (de aquellos tiempos, sin farolas ni nada), autoasustándose con la visión de las calabazas encendidas. Teniendo en cuenta aquella época (alrededor de los años 50) y ese pueblo que es de los más cerrados de la comarca, cabe suponer que la cosa viene de lejos y que no tiene que ver nada con halloween ni cosas similares que están de moda ahora.

Feli Gonzalez recuerda que de pequeña su padre vaciaba una calabaza y metía una vela para encenderla por la noche para los niños en NOFUENTES (Merindad de Cuesta Urria).

También en LA PRADA (Valle de Tobalina), Sergio Uría nos dice que su padre recuerda esta costumbre. El se acuerda de haber visto la calabaza en el camino que iba de La Prada a Rufrancos. La ponían siempre debajo de un cerezo que había en medio del camino.

El marido de Asun Rodríguez recuerda que en BOCOS (Villarcayo) a mediados de los 70 hacían esto, vaciaban calabazas y las ponían una vela dentro. Tiene un vago recuerdo también de ir corriendo por las calles del pueblo con las carracas, unos aparatos de madera que hacían mucho ruido y se utilizaban también en las liturgias de Semana Santa.

14566265_1134746899906509_5402204330448178232_o

El Almiñé, Valle de Valdivielso, octubre de 2016. Foto de Jokin Garmilla.

En Cantabria, informantes de Limpias, Cueto, Mazcuerras, Valdáliga, Reocín, Guarnizo, Silió, Bárcena de Pie de Concha y otros muchos sitios todavía conservan la memoria de esta tradición hasta los años 70 del siglo XX. La descripción es muy similar en todos los casos que se conocen: Los padres o los chicos más mayores vaciaban la verdura como un divertimento para los más pequeños, se colocaba una vela dentro y se colocaba en muros oscuros y alfeizares de ventanas, mirando para afuera, con el fin de asustar al que pasase. Avelino Molina nos informa de una interesante variante en La Serna de Iguña (Besaya): Una vez ahuecadas, las calabazas se colocaban encima de un par de palos de avellanos en cruz, vestidos con una sabanona vieja y se llevaban en volandas asustando a todo el mundo por la noche.

En Las Encartaciones también se documenta esta tradición. En Salviejo, Carranza, las usaban los jóvenes para disfrazarse por la noche y asustar al que andaba por los caminos, en particular mujeres y niños. La abuela de Emi Bringas les tenía pánico. Aitor Casas nos dice que en el Valle de Somorrostro, aún en los años 60 se tallaban verduras como calabazas o berenjenas en la noche de difuntos y se dejaban en las veredas de los caminos. 

En Miranda de Ebro (aunque con familia procedente de La Bureba y de la sierra de Rioja-Soria), José López vaciaba de pequeño remolachas y ponía velas dentro, colocándolas en los sitios oscuros de la casa. También en Salas de Bureba, muy cerca de Oña, se vaciaban remolachas grandes, nos cuenta Merche Núñez. Con una vela dentro. Lo recuerda de cuando era niña, allá por los años 60 o así.

La madre de Sara Moral lo vivió en Belorado, Riojilla Burgalesa, hace unos 50 años. En la noche de ánimas se vaciaban hortalizas que los padres tenían en la casas. Esta zona es muy hortícola, y lo que más abundaba en las casas era la remolacha. Me ha dicho que era una costumbre que tenían los chavales en los barrios periféricos y más humildes, como el de san Nicolás. Se vaciaba la remolacha o la calabaza, se metía una vela y se llamaba a los portales de los ricos. No se pedía, sino que el objetivo era asustar basándose en las ánimas. La madre de Silvia es de Cerezo de Río Tirón y su padre de Belorado y siempre le han contado que en la noche de ánimas se dedicaban a vaciar remolachas y colocaban en su interior velas. Iban de casa en casa tratando de asustar a los vecinos, especialmente a las mujeres que se reunían en los bajos de las casas o en las cuadras a jugar a las cartas. Esa tradición no tenía ninguna relación con pedir nada y en Cerezo y Redecilla lo llamaban Día de la Calavera. Gregorio Torres nos dice en cambio que sí se pedía dinero para la calavera y con el botín se hacía una merendola. En Redecilla del Camino se hacía primero una merendola o varias según las pandillas de niños y chavales y luego se iba por las calles metiendo miedo al personal. Y en este pueblo no se hacía la noche del 31 de octubre sino la siguiente, es decir entre el 1 y el 2 de noviembre.

Nos dice Alba Chicote que su madre también vaciaba remolachas hasta los años 70 en Cardeñadijo, muy cerca de Burgos ciudad. La gente mayor tal día como hoy no viajaban ni salían de casa prácticamente porque las ánimas del purgatorio podían salir a su encuentro, se las tenía mucho respeto.

Todos estos testimonios dan fe de que, en nuestro ámbito, el rito de vaciar calabazas en la noche de difuntos no es una tradición importada. Es ALGO MUY NUESTRO que se lleva celebrando en España en general y en varios pueblos de las Merindades en particular, desde mucho antes de que llegara la moda del Halloween desde Norteamérica, con sus disfraces de bruja y su truco o trato.

14657299_915806078550087_8182547676973134322_n (1)

22815475_1155553904575302_2525755446810530770_n

 

 

manuel moral orbaneja

Orbaneja del Castillo. Foto de Manuel Moral.

la parte de sotoscueva2

La Parte de Sotoscueva.