Oveja carranzana

Las ovejas carranzanas, oriundas de la zona de Carranza y el Asón, se extienden también por todo el Valle de Mena. Fácilmente diferenciables de las latxas vasconavarras por sus orejas caídas en vez de estar horizontales.

Razas ambas muy apreciadas para la elaboración de queso, aunque en los últimos tiempos cada vez más en peligro debido a la producción lechera muy superior de la assaf israelí, que se admite ya en la elaboración de quesos tradicionales como el zamorano. Tanto Roncal e Idiazabal parece que están dando pasos hacia una vuelta a una producción exclusiva con latxas y carranzanas.

11202098_687945518002812_4019906745925907527_n

Cántabros, los «highlanders» hispanos

«Éstos (cántabros) no solamente estaban decididos a defender su propia libertad, sino también se atrevían a atentar contra la de sus vecinos, y en frecuentes
incursiones saqueaban a los vacceos, los turmódigos y autrigones.» Orosio (383-420 dC).

«El cántabro, no enseñado a llevar nuestro yugo.» Horacio, poeta romano del tiempo de las guerras cántabras (65-8 aC).

Es mencionado por todos los autores clásicos el carácter indómito y guerrero de este pueblo, que tuvo especial cuidado en delimitar su frontera oeste con los astures (como se puede comprobar por las numerosas estelas de la zona vadiniense), que miró siempre a la meseta desde lo alto y que peleó contra todos los demás pueblos que le rodeaban, más ricos en recursos agrarios.

Aquí tenemos un mapa con la síntesis de sus fronteras según los principales autores que han tratado el tema. Contiene alguna imprecisión (como ubicar a Villadiego o a Herrera de Pisuerga en territorio vacceo cuando según Ptolomeo eran turmogas, no ubicar a los autrigones en su solar original, La Bureba, o no incluir dentro del territorio cántabro a los montes de la margen derecha del Jerea, como comentábamos el otro día en otro post).

En cualquier caso, pensamos que sirve bien para hacerse una idea general del territorio que abarcaban.

10372553_685294141601283_5927454276895684734_n

Castro de Momediano (Medina de Pomar)

EL CASTRO COMO CENTRO SIMBÓLICO DE SU ENTORNO: MOMEDIANO

El castro de Momediano ocupa al menos unas 11 hectáreas en un típico emplazamiento en espigón calizo, común a muchos otros castros de la zona (San Pantaleón de Losa, Brizuela, Argés, Cidad de Ebro, Gredilla de Sedano, Arnedo, etc.). Está situado entre los pueblos de Momediano, Paresotas y Pérex de Losa, los tres pertenecientes desde antiguo a la Merindad de Losa (Junta de Oteo), aunque desde 1981 adscritos al municipio de Medina de Pomar.

Sacristán de Lama y Ruíz Vélez (1985) lo consideran cántabro, y es posible que así fuese, dado que tanto este emplazamiento como los cercanos de Villaluenga y San Pantaleón de Losa están ubicados en la margen derecha del Jerea y con sus mejores defensas naturales mirando hacia el este. Pero también es posible que la zona experimentase un abandono por parte de sus pobladores cántabros para ser reocupada durante las guerras cántabras por autrigones, tradicionales aliados de Roma (Solana, 1978; Iglesias y Ruíz, 2002). Lo poco que se conoce de Momediano muestra que es uno de los escasos castros de Merindades que no fueron abandonados tras la conquista romana (San Pantaleón es otro ejemplo) y toda la zona de Valdegovía y Losa fueron después fuertemente romanizadas, con asentamientos, calzadas, villas latifundistas y explotaciones salinas.

La Ermita de Nuestra Señora de Castro o de Santa Petronila se encuentra enclavada a los pies del recinto castreño y es, desde tiempo inmemorial, lugar de peregrinaje anual para las gentes de los pueblos del contorno: Momediano, Paresotas, Pérex, Oteo, Robredo, etc.. (también San Pantaleón acoge una romería de cierto arraigo).

La continuidad poblacional que experimentó este enclave durante el período romano y tardoantiguo probablemente fue el elemento fundamental que le permitió mantener mucha más viva la memoria colectiva asociada a su función religiosa, inicialmente de carácter pagano. Cuando el castro quedó desfuncionalizado y se formalizan los asentamientos en aldea, siguió manteniendo su papel de centro jerárquico pero ya sólo de tipo religioso y adaptada al cristianismo (Martín Viso, 2002). La vigencia de romerías de este tipo puede deberse también a la necesidad de ahuyentar cualquier atisbo del mal proveniente de culturas paganas o la de crear un espacio sagrado distante de los núcleos de población donde reina el pecado, para cumplir así con la eterna simbología del peregrinaje (Sánchez Ferrer, 1993).

Los castros como centros simbólicos de la comarca.

11080252_683391731791524_8005179303593375219_o

Un Príncipe Cántabro extraviado en Ojo Guareña en el 600 a.C.

11402512_678727442257953_1453995957565889142_o

«Posiblemente todo empezó una fría mañana de primavera de hace 2.600 años. Ataviado con su capa de lana tejida, sujeta con una fíbula de bronce. Y bajo esta capa, unas calzas rematadas con un buen cinturón labrado del mismo metal acompañado por su caballo y un perro que jugueteaba en derredor de ellos. Su poblado, -seguramente- situado en lo que hoy llamamos el Cerro de la Maza, Merindad de Valdeporres, probable capital de los cántabros coniscos.

Una vez que había profundizado en las galerías, de forma terrorífica la antorcha dejó de alumbrar. Ese momento significó el preludio de una larga agonía que con casi toda seguridad duró varios días. Caminar en la oscuridad resulta muy complicado, los golpes en la cabeza con las rocas resultan inevitables y muy dolorosos, por esto optó por desplazarse de rodillas dejando marcas del tejido en el suelo arcilloso.
Después de algunas horas la sed le produce un gran desasosiego que le empuja a construir con sus propias manos una pequeña represa para contener el agua que gotea de las estalactitas. El agua le supone un alivio pasajero, lo peor estaba por llegar.

El tiempo avanzaba, y cada vez mas débil, las horas y los días transcurrían implacablemente. Finalmente intuyo que el final había llegado cruzó los brazos sobre el pecho y en un último delirio esperó a que las parcas hiciesen su trabajo. Así terminó el caminante sus días, abriéndose paso a la eternidad en la más absoluta y oscura soledad. La iniciación habría resultado fatal.»

500 metros le separaron de la salida, de la luz, de la vida. Allí quedó.

http://busquemoselmisterio.blogspot.com.es/2009/06/ojo-guarena-el-principe-perdido-en-la.html

11406662_678727572257940_5429266301040277915_o

Broche de cinturón y fíbula encontrados junto al cuerpo. Edad de Hierro. Museo de Burgos.