EL ÚLTIMO OSO DE MERINDADES
Hacia 1850 el oso es citado por Madoz en los montes cercanos a Busnela (Merindad de Valdeporres) o Entrambosrríos (Merindad de Sosocueva). Parece ser que el último oso de nuestra comarca fue cazado en la zona de La Engaña (Valdeporres – Sotoscueva) a finales del siglo XIX. En esta misma época aún existía un pequeño núcleo osero en la zona del puerto de Asón, Soba.
No conocemos ningún relato referido a la caza de este último ejemplar de Las Merindades, pero podemos hacernos una idea leyendo estas dos historias referentes a los últimos osos cazados en dos zonas próximas: Carranza y Molledo.
Un oso en Lanzas Agudas, Carranza. 1816.
Fascículo nº 16 de la Enciclopedia Viva de los Pueblos de Vizcaya, “Carranza”, de fecha 16 de octubre de 1973.
“Aquella mañana del 4 de septiembre del año 1816, el susto fue morrocotudo para el vecino de Lanzas Agudas (valle de Carranza) José de Pando que se precipitó en su casa alertando a su hermano Francisco:
-Un oso, un oso…-¿Dónde? -En nuestro colmenar.
Los dos hermanos descolgaron de la pared de la cocina sus escopetas y salieron a dar caza al plantígrado que, quieto en el colmenar, goloso hocicaba sin hartarse en rico panal. (…). Sonaron dos escopetazos. Los Pando tiraban a dar al intruso que huyó gruñendo y que dejaba rastros de sangre hasta el rio Peñaranda. Calculando que necesitan ayuda, ambos cazadores encomendaron a un chico de 14 años que avisase al vecino de Bernales, puntualizándole…»que vengan a rastrear y perseguir a un oso».
A perseguir ¿Qué?- preguntó el chico. -Un oso.
El nombre de la fiera precipitó la carrera del muchacho que iba poniendo vibración entre los vecinos de Pando y Bernales, que formando dos partidas armadas salieron en auxilio de los vecinos de Lanzas Agudas. En estos trámites se invirtió aproximadamente una hora. Mientras tanto, los que esperaban la ayuda solicitada, no pudiendo contener su impaciencia, decidieron adentrarse en el monte, dejando apostados a dos amigos que señalasen a ambas partidas armadas el camino de la batida. Habían convenido no acosar a la fiera a fin de evitar que se volviera y les acometiese, y formar un frente lineal para no herirse mutuamente. Por las trazas frescas que siguieron, en el arroyo de los Cobios, a eso de media legua de Lanzas Agudas, descubrieron echado y desangrándose al peludo. Unos cuantos disparos lo remataban. Habían cobrado un oso mayor. Cuando los vecinos de Pando y de Bernales se personaron en el lugar de la batida, los cazadores de Lanzas Agudas bajaban el oso a hombros.”
Fortuna de un audaz en Molledo, Alto Besaya, ABC, 14.02.1909.
«En toda la comarca no se habla de otra cosa. Tenía estos días aterrados á los campesinos un oso, que había dejado rastro sangriento de su fiereza en los ganados y estaba refugiado en la montaña. Nadie se atrevía á hacerle frente, y el pánico se había apoderado del vecindario.
Ayer, algunos aldeanos del pueblo de Molledo, en cuyo término la fiera había hecho más estragos, marcharon al monte, resueltos á dar al oso una batida. A ellos se unió el pastor Melchor Martínez. Iban armados de buenas escopetas. El ajetreo del día no les dio resultado. Desalentados regresaban al pueblo después de la batida, cuando antes de llegar á Molledo vieron un bulto negro que les guardaba las vueltas y que al fin se internó en una caverna. Convencidos de que era el oso que perseguían, juntáronse todos delante de la cueva y arrojaron dentro de ella fuego, para obligar al animal á salir de su escondite. Pero en vano.
El pastor Melchor, más animoso que sus compañeros de expedición, se adelantó hasta la boca de la caverna y entró en ella arrastrándose hasta el sitio en que se ensanchaba, y al divisar en el fondo el cuerpo de la fiera disparó sobre aquel bulto, saliendo precipitada y vivamente emocionado, mientras en la cueva resonaba un feroz rugido. A poco, no haciendo caso á los consejos de los campesinos que presenciaban su audacia, volvió á entrar para rematar al oso, y descargó de nuevo su escopeta sobre la fiera, cuyos ojos brillaban siniestramente en la obscuridad, escapando otra vez afuera. Como no se oyese después ningún rugido, se aventuró á hacer nueva entrada, y entonces halló muerto al oso, en cuyo cuerpo habían hecho blanco las dos balas disparadas. Su sorpresa subió de punto cuando vio que era una osa y tenía á su lado, vivas, cuatro crías pequeñas.
A las voces del pastor se internaron en la cueva los demás expedicionarios, y, no sin grandes trabajos, arrastraron hasta la boca de la caverna á la osa muerta, que mide grandes dimensiones. Lleváronse también consigo los oseznos que se proponen criar. La temeridad loca del pastor ha sido objeto de muchos comentarios y alabanzas.»
SITUACIÓN ACTUAL
Las poblaciones de la especie se están recuperando en las últimas décadas y en 2016 cuentan con más de 200 ejemplares en su núcleo occidental y unos 40 en la población oriental, según datos de la Fundación Oso Pardo. Con ello, en los últimos tiempos está ampliando las que hasta ahora eran sus áreas de asentamiento habitual en la Cordillera Cantábrica y se está dejando notar en otros sitios próximos que llevaban sin ver al plantígrado desde hace más de un siglo.
Las hembras suelen moverse por áreas de algunas decenas de kilómetros cuadrados que utilizan de forma intensa. Por el contrario, los machos tienen grandes áreas de campeo, del tamaño de Merindades.
En el mapa adjunto pueden verse las zonas de la Cantabria Burgalesa con más probabilidades de albergar osos en el futuro. Las Loras y, sobre todo, la mitad occidental de Las Merindades son las zonas más probables.
En 2017 el oso lleva presente en el Monte Hijedo desde hace unos cuatro años. En concreto un macho joven procedente del núcleo oriental cantábrico con epicentro en la Montaña Palentina que anda explorando nuevos territorios. Y desde hace poco más de un año una hembra asentada con crías. Esta primavera el macho bajó a la playa de Arija a darse un bañito,y dejo huellas por la playa y por su camino en Gadea, Herbosa y San Vicente. En verano se han detectado huellas en Pradilla de Hoz de Arreba. También se la ha visto por el Escudo y Montes de Somo.
Debemos ser sumamente respetuosos con esta especie, nada amiga de la presencia humana y dejarla tranquila con el fin de que este núcleo reproductor incipiente se asiente y consolide.
ANIMAL TOTEM DEL ALTO EBRO EN LA EDAD DE HIERRO
El oso debió tener un fuerte contenido simbólico para los habitantes de nuestra zona en época prerromana, como lo demuestra estos dos hallazgos cercanos:
Tésera de hospitalidad con forma de oso procedente de la ciudad berona de Libia (actual Herramélluri, La Rioja), siglo II aC. En el reverso (totalmente liso, sin decoración alguna) existen un total de 6 agujeros que servirían de acople para encajar la otra parte de la tésera, además de una inscripción celtibérica que nos denotaría la ciudad hermana, en este caso el adjetivo «libiaka». Se ha encontrado una muy parecida pero anepígrafa procedente del yacimiento de Las Rabas, en Celada Marlantes (Campoo de Enmedio).
Respecto a la forma de oso, cabe destacar que no es muy habitual en las téseras hispánicas la representación de estas figuras desde un plano vertical, sino que suele representarse de perfil, dando esta circunstancia aún mayor importancia arqueológica a este hallazgo. Aún así el significado del animal es difícil de precisar, aunque puede pensarse en una caracterización «mágico-religiosa» en la que la representación de un oso venga dada por la estrecha relación de la población hermanada con este animal.
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/…/blog…
http://www.vivecampoo.es/…/tesera-yacimiento-rabas-nueva-pi…
EL OSO DE LAS CAVERNAS
Además del oso pardo cantábrico (Ursus arctos), en Las Merindades habitó en un pasado mucho más lejano otra especie emparentada llamada oso cavernario o de las cavernas (Ursus spelaeus). Esta especie apareció hace 250000 años y se extinguió hace unos 24000. Durante ese periodo de tiempo, su hábitat se restringió estrictamente a los bosques mixtos del continente europeo, evitando las llanuras herbáceas y las zonas de vegetación mediterránea. Las principales poblaciones se encontraban en el norte de España, Francia, sur de Inglaterra y Alemania, norte de Italia, los Balcanes, Crimea y el Cáucaso, zonas montañosas y protegidas de los vientos fríos del norte que servían de refugio a los últimos bosques del continente. Al reducirse estas áreas boscosas durante los máximos glaciales, las poblaciones de osos cavernarios quedaban frecuentemente aisladas y sujetas a la consanguineidad.
Cráneo de oso de las cavernas (Ursus spelaeus) encontrado en la Cueva del Prado Vargas, Complejo de Ojo Guareña, Merindad de Sotoscueva. 44000 aC. Foto del Grupo Espeleológico Edelweiss/Miguel Angel Martín.
Como los osos pardos, los osos cavernarios eran animales solitarios. Despertaban en primavera del largo letargo invernal y pasaban el buen tiempo alimentándose, fundamentalmente de hierbas, frutos y hojas que machacaban con sus potentes molares. Tenía además un comportamiento social completamente diferente al oso pardo. Vuelve a la cueva donde había nacido a hibernar y tener a sus crías. Todos los miembros encontrados en una misma cueva están ligados familiarmente. Se juntan varios factores para su desaparición. La primera, un repunte frío que se produjo hace unos 25000 años. Les cuesta encontrar comida suficiente. La segunda, poca variabilidad genética. La tercera, la presión humana.
Los homínidos que tuvieron una relación más estrecha con los osos cavernarios fueron los neandertales. En esta cavidad de Ojo Guareña han aparecido algunos útiles de sílex de factura musteriense en el mismo nivel estratigráfico que este cráneo y que apuntan a que la cueva fue utilizada en varias ocasiones por un pequeño grupo de neandertales que explotaban la caza de la zona hace unos 46.000 años según las dataciones practicadas. Por otros restos encontrados en Francia, se especula con que los neandertales rendían culto a este animal.