Tostadas o torrejas, un postre de Navidad

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Las conocidas torrijas, en Merindades se llaman TOSTADAS en la mayor parte de la comarca y TORREJAS por la parte campurriana (Valdebezana, Bricia, etc.) y la mitad oeste de Cantabria: Campoo, Polaciones, Toranzo, etc..

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Torrijas de San Felices del Rudrón, Valle de Sedano. Foto de Elisa Rivero.

 

Claro que con esto de los nombres siempre suele haber acaloradas discusiones: Dice una persona en Facebook que «se llaman tostadas, en mi casa la torrija es solo un estado de ánimo que solemos dejar para el día de Año Nuevo, aunque hay quien lo manifiesta el resto de días del año».

Tostadas se llaman en el Valle de Mena, Escaño, Espinosa de los Monteros, en buena parte de Cantabria, Encarnaciones, Arceniega, Ayala y hasta Bilbao.

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Tostadas de Ampuero. Foto de Jesús Palacio.

 

Se llamen como se llamen, se comen tradicionalmente en Navidad, al igual que en el resto de Cantabria. Nunca en Semana Santa.

Se comen especialmente en el desayuno o cómo postre, pero también de merienda del 25 o de año nuevo. Cualquier momento es bueno.

Francisco Llarena nos dice: Soy de Irus de Mena, y en mi pueblo siempre las hemos llamado tostadas. En casa las comiamos en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo antes de los turrones. Conozco gente a los que no les gusta el dulce, que el día de Año Nuevo desayunaba tostadas con una copa de anís. Hoy es el día que en casa seguimos la tradición y en la mesa de Navidad comemos tostadas. No se de dónde viene esa tradición, pero ¡bendita tradición!

Dice Anciva Bura: En Santillana y Suances decimos ambas: torrejas y tostáas (esta última más). Y son lo más en estos días. Los panaderos hacen una barra un poco especial (un poco más redonda) para facilitar su elaboración. El sabor más navideño y representativo de estas fechas…y si tienen un poco de almibar que les haga más jugosasss..

En Resconorio que es el primer pueblo tras pasar el puerto del Escudo (Cantabia) según se baja hacia Santander, todas las navidades se hacen, tanto en Nochebuena como en Nochevieja y Reyes.

 

PREPARACIÓN

Las recetas, normalmente heredadas de las abuelas, varían tanto como el resultado final.

 

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Pan, leche, azúcar, anís y huevos: Torrijas del Valle de Valdivielso. Foto de Mª Angeles Martínez de la Torre.

 

La receta de Ángela Palacio, de Ampuero/Rasines: Aquí los panaderos por Navidades traen pan artesanal especial para tostadas. Primero se hierve leche de vaca casera (importante que sea casera) con canela en rama y limón. Al rato se le añade azúcar y se sigue removiendo. Después se corta el pan y se coloca en una fuente con la leche hasta que se reblandezcan. Luego se rebozan en huevo y se fríen en una sartén con aceite de oliva y peladuras de limón. Una vez fritas se las untan con miel artesanal.

En ocasiones se les pone mistela o algún otro tipo de licor dulce pero lo más típico es con aceite de oliva, leche, huevo, azúcar o miel y el pan duro. Las tostadas pasiegas en Navidad son con manteca y miel.

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Buena leche de vaca, huevos ecológicos y bañadas en miel. Receta de las abuelas de Raquel Toca.

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Tostadas y el almíbar con leche de casa. Foto de Bea García.

 

Avelina Martínez nos dice: «Supongo que antiguamente en algunas casas muy humildes con animales de granja se comerían mas a menudo, ya que parece una receta de aprovechamiento. Que forma mas sabrosa de aprovechar el pan viejo! Un poco de leche y huevos. Yo a la leche le añado azúcar blanquilla que es el endulzante habitual en mi casa, pero para gustos y necesidades, y la aromatizo con canela en rama y anís. Pero del bueno, que luego la botella hay que aprovecharla para hacer música con la cuchara. Y al huevo le añado azúcar. Para rematarlo lo espolvoreo con azúcar y canela una vez frito y antes de que se enfríe para que se adhiera mejor. Eso sí, antes lo escurro un poco con papel de cocina para que no estén tan grasientas. Y en repostería prefiero trabajar con aceite de girasol para que el sabor de la aceituna, no mate las aromatizaciones que elijo».

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Tostadas metidas en almíbar y arroz con leche. Foto de Paqui Velasco.

 

Hornazu, Torta, Rosco de Pascua, Torto

La ROSCA o ROSCO (también llamada HORNAZO u HORNAZU por la parte más próxima a Campoo y TORTO en Espinosa y Mena) es un pan genuino de las Merindades y de Campoo que se rellena habitualmente de chorizos y por la parte de Valdebezana también de panceta. En el proceso de cocción que se desarrolla en el horno, el pan adquiere una tonalidad rojiza muy característica, producida al desparramarse el pimentón rojo del chorizo, adquiriendo todo el pan un sabor único.

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Rosco de Traspaderne (Foto de Panadería Viejo Horno).

 

Antaño era típico comerlo en el Domingo de Pascua, en cuyo caso también iba acompañado de huevos cocidos junto a la propia masa, elaborándose de forma más vistosa:

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Rosco de Pascua de Puentedey (Foto de Indira Orozco).

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Rosco de Pascua de Trespaderne (Foto de Panadería Viejo Horno). 

Era típico merendarla la tarde del domingo de Pascua. Los jóvenes y no tan jóvenes iban con sus cuadrillas de amigos a algún sitio próximo al pueblo, con unas gaseosas Capilla y el rosco en las bolsas, a pasar la tarde. 

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Niños y mayores volviendo del monte tras disfrutar juntos de esta maravillosa tradición (Foto de Virtus, Valle de Valdebezana).

 

Algunos la hacen con los chorizos enteros, otros con rodajas de chorizo en su interior, ese chorizo que en casa se hacía en época de matanza y que se conservaba en manteca durante todo el invierno. Algunos son redondos y de tamaño familiar, otros se parecen más a una empanadilla para comer de forma individual.

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Rosco de Medina de Pomar (Foto de Carmen Ecocina).
Rosco de Valdivielso (Fotos de Mª Ángeles Martínez de la Torre).

 

Existen más diferencias locales. En Torme (Villarcayo), los huevos y los chorizos los metían dentro del rosco. En Soncillo (Valle de Valdebezana), para los niños el hornazo, que era tradición que te lo hiciera tu madrina y para los mayores las tortas, el Domingo de Pascua. La diferencia es que el hornazo es ovalado y con dos huevos en el medio y las tortas son redondas y no llevan huevos. Pero ambas llevan el chorizo por dentro. En Virtus lo llaman hornazu, con el chorizo troceado en el interior y los huevos cocidos enteros por fuera. En Espinosa de los Monteros son con chorizo y panceta por dentro, y no llevan huevo. En Villalaín iban a la panadería con el chorizo y los huevos a cocer la rosca y a merendar al monte de Villalain con las amigas y con gaseosa de Capillas. En Palazuelos de Cuesta Urria se llamaba rosco y era con huevos y chorizos por encima y se hacían uno para Pascua y otro para Pascuilla. A la masa para que estuviera crujiente la echaban un poco de manteca del cerdo. En Trespaderne se hacía con chorizo y torreznos.

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Imagen a través de Lezana de Mena.

 

Estos roscos (y especialmente sus hermanos pequeños, los tortos, similares a los bollos preñaos) se venden durante todo el año en las panaderías de Merindades pero antiguamente, en vísperas del domingo de Pascua, se hacían en los hornos comunales o particulares de cada pueblo. En los últimos tiempos se llevaban a la panadería a cocer. Se compraba masa de pan en la panadería, en cuyo precio iba incluido el horneado, ya en casa se añadían los huevos, la manteca y el chorizo. Una vez listas y a la hora que te habían dado para el horno, se llevaban y hacía el mediodía se iban a buscar una vez cocidas. También se llevaba el chorizo y el tocino de la matanza propia a la panadería.

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Fotos de Olaia Berganza.

 

TORTOS DE MENA: RECETA TRADICIONAL de Avelina Martínez

Una masa de pan es sencilla y solo requiere una mañana fermentando. Con un bol y un paño fino de algodón es realmente sencillo, sin apenas manchar, realizar pan para dos pizzas, una empanada o varios tortos.

Ingredientes para los tortos:

Medio kilo de harina, 2 huevos, 6 cucharadas de aceite, una pastilla de levadura fresca, una cuchara de sal, el agua que admita y mucho amor. El agua según la receta debiera ser 20 cl., pero depende del tamaño de los huevos o lo frescos que sean, o el agua ambiental que hayan adquirido los ingredientes secos.

Preparación:

El agua se deja para el final, se agrega tibia y poco a poco, sin confiarse para evitar corregir añadiendo más harina. Y está en su punto de amasado, amasado que hago a mano y dentro de un bol de cristal, cuando la masa se despega sin dificultad de las manos. Tiene que tener una textura elástica. Luego se envuelve en un trozo de tela de hilo y se mete en el bol, se cubre con un trapo de cocina y se pone dentro de la cama. Evidentemente la masa se prepara a primera hora de la mañana, así se aprovecha para la fermentación el calor de haber dormido en la cama. Y a eso de la una se estira la masa se adereza con lo que se quiera hacer y al horno. Y queda de vicio.

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OTRA RECETA PARA EL TORTO MENÉS de Me Gusta Lezana de Mena.

Ingredientes:
· 100 ml de agua
· 200 ml de leche
· 100 gr de manteca de cerdo
· 25 gr. de levadura fresca
· 1 huevo
· sal ( 2 cucharaditas )
· 450/500 gr de harina de fuerza
· chorizo

Preparación:

Se tamiza la harina con la sal en un bol grande, se hace un agujero en el centro se van echando los ingredientes líquidos.
Primero, se disuelve la levadura en el agua templada y se vuelca en el agujero; en segundo lugar, se echa la leche también templadita. Se añade el huevo batido y se mezcla todo lo líquida bien, intentando no coger harina, una vez bien mezclado se añade la grasa (bien mantequilla o manteca) –yo le puse manteca- partida en trocitos y se revuelve bien hasta que esté perfectamente integrada.
A partir de ahora se va cogiendo harina poco a poco de los costados hasta formar una masa, se añade un poco más de harina en caso de que esté muy pegajosa, hay que estar amasando unos 15 minutos, procurando añadir la mínima harina posible.
A partir de ese tiempo , la masa cambia de aspecto, quedando una masa brillante, no dura y elástica.
Se deja reposar en el bol, tapada con un paño de cocina y una bolsa de plástico hasta que doble el volumen, (tardará 1 hora ó 1 hora y media ) dependerá un poco del calor de la cocina.
Una vez doblado el volumen, se saca y se desgasifica, se amasa un poco y se deja reposar la masa 10 minutos para que pierda elasticidad.
Se extiende con el rodillo hasta formar un cuadrado y se van cortando rectángulos
Se pone un trozo de chorizo y se envuelve con la masa, cerrando bien los extremos y la junta ( para que luego no se despegue en el horno ), la junta se deja boca abajo.
Se pincelan con leche o huevo batido y se introducen en el horno durante unos 18/20 minutos, hasta que quede una corteza doradita. (dependerá del horno, así que la primera vez, estar vigilando).
Se saca, se coloca en una rejilla para que se vayan enfriando. En templado está exquisito
Buen provecho … !! tenga usted !!

 

 

 

 

 

 

 

Bizcocho de Nata

Receta de Raquel Toca y Marian Mol de este tradicional y supersencillo bizcocho casero tradicional de nuestra zona, hecho con la nata que se sacaba fácilmente de aquellas leches crudas de antaño. Hoy día puede sustituirse por nata comprada.

Solía hacerse para desayunar y de sobremesa. Fines de semana y cuando había invitados en casa. No había abuela o madre que no supiera hacerlo.

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Ingredientes:

La medida era la siguiente: Tres huevos frescos, un tazón (200 gr) de natas, misma proporción de harina, ralladura de limón, azúcar al gusto (150 gr o menos) y un sobre de levadura Royal.

Preparación:

– Montamos los huevos junto con el azúcar y el limón hasta que queden esponjosos y dupliquen su volumen.
– Añadimos la nata líquida y mezclamos con cuidado para que los huevos no se bajen mucho y no pierdan mucho volumen.
– Una vez que está mezclado le añadimos el harina y la levadura y la tamizamos encima de los huevos, es decir la pasamos por un colador fino, y mezclamos de forma envolvente hasta que la mezcla este homogénea.
– Echamos la masa del bizcocho de nata casero en nuestro molde, si es necesario lo engrasaremos antes y lo espolvorearemos con harina para que el bizcocho no se nos pegue al sacarlo. Metemos con el horno ya caliente a 180 º C durante unos 30 minutos aproximadamente comprobamos si esta hecho metiendo un palillo en el centro del bizcocho, si sale limpio es que esta bien cocido.
– Sacamos del horno y cuando se pueda manejar lo sacamos del molde y lo dejamos enfriar.

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Hornos comunales u horneras de Merindades

CÓMO SE HACÍA PAN ANTIGUAMENTE

La hornera es una pequeña construcción de piedra, común en muchos pueblos, donde estaba el horno para cocer el pan. Horneras hubo en muchos pueblos, los más acomodados tenían hornos particulares pero también había pueblos en los que ni siquiera había horno comunal y los vecinos tenían que desplazarse a pueblos vecinos a cocer su pan. La edificación no poseía más que una puerta de entrada y una abertura en la techumbre. En el interior se encontraba el horno propiamente dicho, la masera y unas tablas a modo de estantería. Lo había construido el pueblo y lo utilizaban los vecinos. En algunos sitios existía un alcalde de horno que se encargaba de su cuidado y organización. Si el horno sufría algún desperfecto, el concejo se responsabilizaba de arreglarlo. Todo el año hacían uso de él para cocer el alimento básico de antiguamente, el pan.

Cada vecino llevaba todo lo necesario, incluida la pala. La organización del uso de los hornos comunales se reducía al acuerdo entre los vecinos para empezar a cocer. El primero que calentaba el horno necesitaba más leña que los que vinieran después a cocer. Cuando estaba muy frío el horno, entre todos llevaban leña para calentarlo la primera vez, porque el primero que cocía gastaba mucha leña. El modo de pedir la vez para cocer en el horno comunal era preguntar: ¿Quién tiene el fermento? El fermento era la pella de masa de harina fermentada, de unas dos libras de peso (un kilo, aproximadamente), que circulaba de vecino en vecino cuando se disponían a cocer en el horno. Se utilizaba para fermentar la harina amasada del que pretendía cocer. El fermento era el signo que pasaba de mano en mano para coger el turno de utilización del horno. Tomaban el fermento, lo pesaban con la romana y después lo envolvían con la masa que preparaban para cocer. Luego, una vez fermentada la masa, separaban una pella del mismo peso que la que le habían dado, la guardaban en un trapo o en un recipiente apropiado y quedaba lista para el siguiente que había pedido la vez en el horno. Era una costumbre que reafirmaba la estrecha relación vecinal de estos pueblos, la constante interdependencia social en la que vivían. El pan que cada uno comía, el alimento básico, tenía un poco del pan de todos los vecinos.

En algunas familias había un consenso interno, de modo que el hombre preparaba el horno y la mujer hacía el pan. Llenaban el horno de leña, matorrales como la escoba o la genista y porros de roble. Luego prendían fuego hasta que adquiría la temperatura precisa para cocer pan. Para cocer el pan

había que rojar el horno. Cuando quedaba blanco el cielo del horno y salía la blancura a la boca del horno. Se movía la brasa con un palo largo y se hacía luego un barrido del piso del horno con unas escobas atadas a la punta con unos belortos de paja. Y si veías que todavía tenía mucha temperatura, se dejaba decaer un poco. El horno estaba listo cuando su interior tomaba un color blanquecino. Era el momento idóneo para meter las hogazas de masa que anteriormente habían preparado las mujeres de cada casa.

Mientras el hombre de la casa preparaba el horno, la mujer amasaba la harina y hacía las hogazas que iba a cocer. También la mujer solía realizar simultáneamente ambas operaciones cuando no tenía ayuda. La masa se preparaba la noche anterior con harina, agua caliente y sal gorda. Previamente se disolvía la pella de fermento y la sal en agua caliente, y luego, poco a poco, se mezclaba todo con la harina en la masera. Si el pan lo hacías con agua templada, el pan te quedaba más blanquito que si lo hacías con agua más caliente. Se calculaba, de cada hemina de pan salían tres panes. Luego, a cada hemina de pan se le echaba tres puñados de sal, uno por cada hogaza. Se amasaba bien, se dejaba reposar la masa, y después crecía y se ponía a dormir. Se le hacían rollos y se tapaba con una sábana y con una manta, y a dormir. Sobre la masa, antes de taparla con una sábana y una manta, se realizaba una cruz. Para unos era un signo religioso y para otros era una señal que delataba cuando estaba venida la masa, porque se deshacía la cruz. Después de que la masa estaba venida extendías la manta y la sábana sobre la mesa. Allí permanecían hasta que tuvieran la segunda venidura. Se sabía que las hogazas estaban preparadas porque al clavarlas una paja o un palito, si la masa salía pegada al palo, pues aún no estaba. Si lo metías y salía limpio, ya estaba.

La hogaza era redonda, con un peso aproximado de tres kilos. También hacían piezas más pequeñas como las bollas, las tortas, hornazos, empanadas… Se hacían 24 o 25 hogazas, más las bollas y los hinchones. Si cocían dos vecinos a la vez clavaban unos palitos o unas pajas sobre las hogazas de uno de ellos para diferenciarlas.

Las hogazas se metían en el horno cuando éste había llegado a su punto preciso de calor, “cuando la blancura le había llegado a la boca…” Utilizaban para ello una pala de madera espolvoreada con harina. Luego esperaban que cociera el pan. Cada uno tenía su propia experiencia para saber si el pan había cocido lo suficiente. “Se sabía que estaba cocido porque cuando lo tocabas al sacarlas del horno sonaban como la pandereta. Ibas moviendo todas las hogazas con un palo para que no se pegaran en el interior del horno, y cuando empezaban a sonar como a hueco las sacabas con la pala de madera otra vez. Cuando se cogían, según el peso, se le daba con la mano y si sonaba a pan, ya estaban.” El pan luego se sacaba para que se enfriara y luego en unos cestos se llevaba a casa. En casa se metían en un arca.

El número de hogazas que se cocían variaba según la época del año y la capacidad del horno. En invierno cocían más hogazas que en verano. El pan se estropeaba con más facilidad en los meses de calor. En verano los vecinos se intercambiaban alternativamente las hogazas de pan para no tener que estar cociendo frecuentemente en el horno. “En verano se gastaba más pan por el trabajo, por eso procurábamos las vecinas gastar el pan unas de otras. Cogía cinco o seis a una vecina y luego en mi hornada ya tenía cinco o seis gastadas, así también el pan no se estropeaba, porque aunque cocías lo mismo, gastabas menos de los tuyos y lo que faltaba se lo pedías a otra.” Cocían una o dos veces al mes según la época del año, cada quince o veinte días. Esto dependía de varias circunstancias: del número de miembros de la familia, del gasto diario de pan, de las comidas extraordinarias que tenían si contrataban jornaleros…

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Artesa llamada diesga o desga por Mena y Trasmiera. Foto de Olaia Berganza.

El pan se conservaba en arcas, aunque también esto dependía de épocas. Si se tenía bodega, se colocaba en una tabla colgada para que el ratón no anduviera, la tabla se colgaba de unos alambres del techo. En invierno se conservaba en la bodega, sobre la tabla, al aire, o sobre un arca, pero siempre fuera. En verano dentro de un arca, porque el verano es seco. Con el pan cocido en casa se aseguraba el alimento de los días que duraba. El pan no sólo acompañaba todas las comidas, sino que era la base de la alimentación. “Se gastaba mucho pan. Aquí iba uno con las vacas para el monte, otro con las cabras y las ovejas, y cada uno se llevaba un trozo de pan, y luego muchas sopas de pan en casa, entonces todo era a base de pan. Se gastaba a lo mejor una hogaza diaria, eso era según las familias.” El pan estaba en todas las sopas; el pan acompañaba todos los guisos y todos los alimentos, con el tocino, con el chorizo… No tenía sentido comer sin pan; y era muy habitual comer pan solo, pan moreno, a veces duro… Y cuando el pan estaba duro, mejor, ¡estaba riquísimo!.

Texto de Juan Manuel Rodríguez.

 

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Transportando el pan desde el horno a casa en lo que por Mijangos llaman berganazo.

 

ESTADO ACTUAL DE LOS HORNOS DE MERINDADES

Podemos distinguir cuatro tipologías de hornos en la comarca, según su nivel de conservación:

  1. Hornos bien rehabilitados y en uso.
  2. Hornos bien rehabilitados sin uso.
  3. Hornos mal rehabilitados utilizados para otros usos.
  4. Hornos en ruinas.

 

1. En unas pocos casos conocidos, hay hornos que han sido rehabilitados y recuperados para eventos relacionados con las festividades locales. Por ejemplo, a la Romería de San Lorenzo que se celebra en el cercano Valle de Valderejo cada 10 de agosto acude gente de Valdegovía, del Valle de Losa y de otros municipios vecinos de Merindades y de Álava. La fiesta comienza a la mañana en Lalastra donde se comienza a fabricar pan artesano utilizando para el ello el viejo horno de pan. Luego se parte hacia la ermita donde se celebra misa, se comen choripanes (bollos rellenos de chorizo) y se rifan los panes artesanos hechos a la mañana. Luego se regresa a Lalastra donde se almuerza y se continúa la fiesta con campeonatos de bolos, juegos infantiles, etc.

 

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Horno en uso para fiestas y eventos del pueblo en Lalastra, Valderejo. Foto de Lanchero.

 

2. Hay hornos y horneras que han sido rehabilitados de forma correcta y respetuosa por parte de diferentes organismos y entidades, pero que hoy en día se mantienen sin ningún uso conocido. Es decir, estamos ante rehabilitaciones muy buenas que no se utilizan para nada, ni siquiera para el turismo. Y cualquier edificio debe tener una función para seguir existiendo, aunque sea diferente a la original. En caso contrario terminan desapareciendo.

 

Hornera de Población de Arreba, Valle de Manzanedo.

 

3. Puede pensarse entonces que lo mejor que los hornos se usen para algo, aunque no sea para hacer pan. Y efectivamente, eso es lo que ocurre en la mayoría de los pueblos en los que han sobrevivido, convertidos en bares, cantinas, locales asociativos, etc. En esta tercera tipología incluimos a los hornos rehabilitados de forma poco respetuosa con la estética tradicional del edificio y/o del lugar. Los hay por toda la comarca aunque tienden a concentrarse en su mitad oriental.

 

Hornos de Quintanilla Montecabezas (Merindad de Cuesta Urria) y  Promediano  (Valle de Tobalina), actual cantina del pueblo. Fotos de Bixente y Fernando P.I.

 

Horno-cantina de Cillaperlata y horno-merendero de Torme. Fotos de Antonio García y de Asier Kalaza.

 

 

Caracoles con perrechicos

Llega la primavera y con ella las setas de cuco o perrechicos, el hongo más apreciado de Las Merindades.

¿Cómo los preparáis vosotros? Una receta tradicional es acompañando a los caracoles, a los que agrega un inconfundible y exquisito aroma. Esta receta es de María Pérez:

Ingredientes: Caracoles, Salsa de tomate. Cebolla. Pimiento verde. Guindillas. Perrechícos. Chorizo. Jamón. Huevos y Nueces

 

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Foto de Valderejo Etxea.

Preparación: Los caracoles se tienen, durante unos días con salvado o pan, para que se limpien. A continuación se lavan bien. Se ponen en una cazuela con agua fría, se les va engañando hasta que salen fuera. Se les cambia varias aguas hasta que esté limpia. Se reservan. Entonces, elaboramos la salsa de tomate, para la cual pondremos la cebolla a freír, el pimiento verde, y se le añade un poco de guindilla, al gusto. El jamón, por otro lado, lo freímos también, y el chorizo,y los perrechicos, Lo uniremos todo. Luego cocemos unos huevos, los picamos y los agregamos a la salsa, junto con las nueces picadas. Cuando tenemos la salsa, añadimos los caracoles limpios, y les damos unas vueltas, con cuidado para que no se rompan las cáscaras, los dejamos a fuego lento para que cojan todo el sabor.

Para saber más sobre la etimología de la palabra perrechicos: https://lacantabriaburgalesa.wordpress.com/2016/04/15/setas-de-cuco-o-perrechicos-calocybe-gambosa/

Cocido menés

Para los amantes de los platos de cuchara aquí tenéis un cocido diferente y peculiar, típico del Valle de Mena. Una delicia de la gastronomía local.

Ingredientes
– Alubias blancas
– Judías verdes
– Hongos salteados
– Juliana de zanahoria
– Pan crujiente
– Panceta de cerdo
– Aceite de oliva

Preparación
Cocer las alubias con caldo de carne de zancarrón, con una cucharada de aceite y sal, hasta que estén tiernas.
Saltear los hongos una vez cocidas las alubias.
Colocar las alubias en una sartén individual. Añadir el salteado de los hongos y darle un hervor.
Colocar los otros ingredientes y servir.

 

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Foto de Arcay Proyectos Turísticos.

 

 

Sopas de ajo

45 de mayo y seguimos llevando el sayo. Así que nada mejor que unas sopucas de ajo para cenar.

Ingredientes para 4 personas

6 rebanadas de pan
4 dientes de ajo
3 cucharadas de aceite de oliva
4 huevos
1 cucharadita de pimentón
unos tacos de jamón (opcional)
agua y sal

Preparación. Tiempo de realización 10 minutos

1. Se pone una cazuela, preferiblemente de barro, al fuego con aceite de oliva.
2. Se añaden los ajos partidos, antes de que el aceite esté muy caliente, con objeto de que se doren y no se quemen.
3. Se añade el pan cortado en rodajas finas, mezclándolo con los ajos y el aceite. Una vez dorado el pan añade una cucharadita de pimentón (dulce o mezcla de dulce y picante) y aparta del fuego la sartén.
4. Se echa el agua caliente y se deja hervir unos minutos (entre cuatro y seis minutos), añadiendo los huevos rotos hasta que estén cuajados. Se sirve muy caliente.

También se puede sustituir el agua por caldo de ave o añadir un poco de caldo de ave al agua. Los ajos no deben dorarse demasiado porque pueden alterar el sabor del resto de los ingredientes.

Buen provecho.

 

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Setas de cuco o perrechicos (Calocybe gambosa).

Llega abril y con ella una de las mayores exquisiteces micológicas de nuestros montes, la SETA DE CUCO.

Su nombre ni siquiera existe oficialmente, pero todos la buscan. Es la gran estrella de las setas y, cuando aparece, paladar y bolsillo se frotan las manos. Dicen que «una vez que se ven ya no crecen». También que el «de abril ‘pa mí’, el de mayo ‘pa mi amo’ y el de junio, ‘pa ninguno'». Que brotan por San Jorge (23 de abril; otro de sus nombres es precisamente: «Seta de San Jorge»), que aguantan hasta ocho días al aire libre en sitio fresco, que los ratones son su enemigo… Y es que en esto de los perrechicos hay mucho de cultura popular.

En lo que no existe duda es en su reclamo. Es una de las piezas más cotizadas entre fogones y platos. Y la mejor demostración está en el precio, que puede sobrepasar en estas fechas los 80 euros/kilo. Se convierten en atracción en restaurantes, sociedades gastronómicas y cenas de reputados comensales. ¿Y cómo es? ¿Qué le diferencia? ¿Qué le distingue de la amplia gama de hongos y setas? Cuenta con una curiosa contradicción que el paladar distingue. Es carnosa, de textura firme y compacta, pero tierna a la vez. Capaz de dotarse de adjetivos antónimos. Pero, más aún, su rasgo diferenciador viene marcado por un intenso aroma a harina recién molida y a levaduras. Es la reina del norte, la mejor seta del comienzo del año. Cuando muere marzo y asoma abril está en su ‘gran momento’ (aunque se prolongue en junio y hasta julio). En pinchos, en revueltos, en cremas… La seta de cuco es oro que brota del suelo. Oro para el bolsillo. Oro para el paladar.

El origen de nuestro nombre original viene dado porque salen cuando esta ave inicia sus cantos en primavera y parece ser el original de las Merindades y algunas otras áreas de Cantabria.

En Álava la llaman tradicionalmente PERRECHICO, una denominación que ha ido extendiéndose por el resto del País Vasco (en la parte euskalduna de Bizkaia y Guipuzkoa solía conocérsela antes como udaberriko ziza zuria, «seta de primavera») y buena parte del Norte Ibérico. Es un nombre compuesto de chico ‘pequeño’, y una adaptación (con ensordecimiento b- > p-) del gascón berret ‘boina’, una forma diminutiva del latín tardío birru- ‘especie de capa corta con capucha’, presumiblemente del gálico *birro- ‘corto’. Por tanto, perrechico querría decir sombrero o BOINA PEQUEÑA.

 

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Foto de Pedro Granados.

 

Chencho Barcina recuerda ir a buscarlas con su padre y su tío, por la zona de Valderredible. Villanueva de la Nia, La Lora, Rocamundo y después hacían una meriendas con la familia y amigos. Especialmente apreciado era su sabor y su madre las echaba en los guisos. También las guardaba colgadas y ensartadas para el invierno, que se quedaban arrugadas y cuando las ponía a mojo volvían a su ser.

 

Los buenos setales, si el tiempo es propicio, echan setas de estas en primavera y otoño, como estas setas de cucu recogidas el 18.12.2018.

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Foto de César Higuera.

 

Pan de álaga o escanda

El álaga es un tipo de trigo propia de países fríos y terrenos pobres, de paja dura y corta, cuyo grano se separa difícilmente del cascabillo.

Antes era común por toda la vertiente cantábrica, incluidas las Merindades. En Asturias se calcula que en el siglo XVII el 10% del territorio se dedicaba al cultivo de la escanda. Desde principios del siglo XX, se produjo un rápido descenso de la superficie cultivada de escanda hasta llegar casi a su desaparición a finales del siglo XX. En 1941 Dantin Cereceda estimó la extensión del cultivo en 1.050 ha, en 1985 había bajado a 60 ha, y en 1992 la superficie era de 8 ha. Últimamente se está tratando de potenciar desde diferentes iniciativas, observándose una tímida recuperación en su cultivo.

Foto de escandaasturiana.es

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Guía introductoria al mundo de la morcilla en Merindades

Morcillas hay muchas y muy distintas en toda España, pero en ningún otro sitio los productos de la matanza (y la matanza en sí) están tan centrados en la morcilla como en Merindades. Prueba de ello es la increíble variedad de embutidos derivados de la sangre cocida del cerdo que existen en nuestra comarca. Siempre con arroz, como manda la tradición local.

Os presentamos una breve guía al respecto. Preguntad en los restaurantes y carnicerías cuando visitéis la zona. Buen provecho.

Foto de Morcillas Araceli.

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