Capillas de Ánimas, Santucos y Asubiaderos

¿QUÉ SON?

Cualquier viajero que se haya movido por las carreteras de Las Merindades, Cantabria, Asturias y sitios cercanos habrá tenido la oportunidad de fijarse en unas curiosas construcciones algo alejadas de los pueblos, de tamaño diminuto, similares a un chozo de pastores en cuanto a su tamaño pero de mucha mejor factura, con piedra labrada, arco de medio punto y tejado a dos aguas, en cuyo interior suele encontrarse un crucifijo de madera con otros elementos propios de la iconografía cristiana y en ocasiones unas ofrendas en forma de velas o flores. Los mejor conservados cuentan incluso con un cepo para la recogida de limosnas. En Merindades se les llama Capillas de Ánimas o Ánimas a secas y en el resto de Cantabria Santucos con Asubiaderu (“resguardadero”).

Hoy vamos a conocer un poco más sobre el origen, significado y extensión de este tipo de construcciones.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Desde época prerromana y casi hasta nuestros días, fue común la colocación de símbolos religiosos al borde de los caminos. Estos símbolos podían indicar encrucijadas, demarcar territorios, o por el contrario como fue común en época romana se colocaban ex voto, (por un voto) o ex devotione (por devoción) que se tenía a ciertas divinidades como los Lares Viales o los Compitales. Los Lares fueron los dioses romanos que, junto con Júpiter, tuvieron una mayor aceptación en las provincias hispanorromanas y, de manera especial, en el Noroeste peninsular, en contraste con lo que sucedería en el resto del Imperio.

Uno de los mejores ejemplos que conocemos de época romana es un templete ubicado en la cabecera del puente de Alcántara, Cáceres. Está dedicado a Trajano y a los dioses romúleos. Se trata de un pequeño templo de 5,86 metros de largo, 4,10 de ancho y 6,61 de alto con dos columnas toscanas a ambos lados, de piedra de granito y techumbre a dos vertientes. Su planta es rectangular y pertenece al sencillo templo del tipo «in antis».

El sincretismo cristiano tal vez ayudase a mantener esta devoción en caminos y encrucijadas, creencia que podría haber llegado hasta nuestros días. Hay autores como Gonçalves (1959) o Chaves (1932) que rechazan esta vinculación, no sólo porque entre unos y otros altares haya un lapso temporal de más de mil años, sino por ser muy diferentes las intenciones religiosas: protección de los cultivos y de los viajeros expuestos a los peligros y calamidades de los caminos frente a la muda petición de una oración por las ánimas de los difuntos. Sin embargo, otros como Pérez de Castro (1978) consideran que no es la continuidad del hecho concreto, ni la analogía teleológica la que determina su origen, sino la importancia, la “terca vivacidad” de los cruces de caminos en los cultos paganos y su incorporación por la Iglesia.

ORIGEN

El origen inmediato de las ánimas podemos situarlo en torno al siglo XVI, aunque no será hasta el siglo XVIII cuando se construyan con más profusión. La veneración a las ánimas experimenta un resurgimiento como consecuencia de la Contrarreforma que revitaliza su culto y fomenta su representación simbólica, reaccionando frente al protestantismo que negaba la existencia del purgatorio y por lo tanto el valor de los sufragios, tan del gusto de la iglesia católica. La finalidad de estas construcciones populares era la de ofrecer limosnas de todo tipo (flores, cera, patatas, maíz, pan, aceite…), a las ánimas que no encuentran descanso en el Purgatorio, para que alcancen la felicidad en el Cielo; una vez liberadas intercederán por quien hizo la ofrenda, y este dinero se destina a dar misas por los difuntos.

Su ubicación en las orillas de los caminos o en las encrucijadas es ideal, tanto por su vinculación al mundo sobrenatural (por ejemplo, a la aparición de la procesión de los muertos) como por ser los espacios más propicios para su acción petitoria. Las motivaciones para la creación de estos oratorios, asocian dos aspectos, un beneficio para la comunidad al mantener el recuerdo de las ánimas y contribuir a su redención, y una aportación en forma de buena acción de su fundador que le será de utilidad en el momento de rendir cuentas ante el Altísimo.

«Ánimas del Purgatorio / son las que están a tu puerta / si nos dais una limosna / tendréis la Gloria muy cierta. / ¡Ay, ay, ay! que aquí me abraso / ¡ay, ay, ay! que aquí me quemo / ten piedad de nuestras almas / que están pasando tormentos»

CARACTERISTICAS DISTINTIVAS

Conviene diferenciar este tipo de elementos patrimoniales de otros cercanos con características similares.

Galicia: En este país existen dos grandes tipos de construcciones religiosas viarias: los cruceiros y los petos de ánimas. Cruceiros hay muchos (se calcula que unos 12.000) pero pocos tienen este sentido de honrar a las almas del purgatorio. Siguiendo a Risco, “los hay en cruces de caminos, sustituyendo, quizás, antiguos altares o monumentos paganos dedicados a los Lares Viales o a las divinidades indígenas que los precedieron, los hay que son cruces “de término”, en las lindes de las feligresías o de los antiguos cotos, recordando la antigua consagración de las fronteras; los hay que marcan las estaciones del “vía crucis”, los hay que recuerdan una muerte, o hechos trágicos, como fusilamientos en tiempos de guerras civiles o otras”. Una construcción más próxima serían los petos de ánimas o esmoleiros (esmola=limosna), menos comunes pero presentes también en el paisaje rural gallego. Estos petos sí tendrían el mismo sentido que nuestras capillas de ánimas, pero su morfología es distinta, ya que la imagen suele estar en una pequeña hornacina y no existe un espacio para resguardarse de la climatología. Otro elemento de menor relevancia son los milladoiros o amilladoiros, traducible como humilladero, pero que en Galicia hace referencia exclusivamente a un montículo de piedras que a lo largo de los siglos ha ido formándose en lugares devotos.

En Asturias ya empiezan a aparecer construcciones similares a nuestras ánimas. Se trata de las Capilles de Ánimes u Oratorios de Ánimes, virtualmente idénticos a los ejemplos con los que contamos en Las Merindades y ubicados en los mismos sitios. Existen también otros varios ejemplos de arquitectura religiosa popular, entre los que destacan las cruces, llamadas comúnmente oratorios cuando están dedicadas a algún santo o virgen, pero que no suelen representar a las ánimas del Purgatorio. Hay cruces de piedra para el Vía Crucis y también Altarines del Corpus que suelen estar donde llegan procesiones, corpus y otras fiestas. También hay algún miadoiru o humiadoiru, pero no con el significado gallego de montón de piedras sino con el castellano de cruz de piedra (es decir, virtualmente idénticos a los oratorios pero llamados de otro modo). Estos humiadoiros suelen estar ubicados normalmente en el Camino Primitivo a Santiago. Humiadoiros cubiertos con techo y cuatro columnas labradas solo conocemos el de Cudillero, consagrado al Santo Cristo del Humilladero.

Cantabria cuenta con una buena oferta de elementos religiosos de este tipo. A las cruces de piedra, sean cubiertas o no, se las denomina Santucos de Ánimas cuando en la mitad inferior del fuste de la cruz, por norma general, conlleva una representación de las ánimas del Purgatorio, y Cristucos cuando tienen otros motivos que no tienen relación con las ánimas (flagelación y desenclave de Cristo, la Dolorosa,…). Por supuesto también existen las meras cruces de piedra sin decoración y ubicadas a lo largo de un Vía Crucis de una parroquia o en lugares donde han ocurrido hechos trágicos y luctuosos, con o sin literatura sobre los hechos acecidos en el lugar. Pero lo más interesante para nosotros es que toda Cantabria está repleta de santucos de ánimas que en vez de estar en una cruz expuesta a los elementos aparecen resguardados en un asubiadero, donde se protegen de los elementos al estilo de las capillas de ánimas asturianas. Estos asubiaderos con santucu se diferencian de nuestras ánimas o capillas de ánimas exclusivamente en el nombre.

Castilla: La tipología más común es la cruz de piedra, de grandes dimensiones y compuesta por un plinto de uno, dos o tres escalones, una columna con o sin base, de fusta estriada, lisa o con decoraciones alegóricas sobre la que se sitúa un capitel y rematada por la cruz propiamente dicha, a veces con escenas e imágenes grabadas. Los propósitos de estas cruces llamadas comúnmente humilladeros, son muy variados, desde el cuidado de las almas del purgatorio (las menos) hasta funciones administrativas y judiciales (en el caso de antiguas picotas o rollos jurisdiccionales reconvertidos tras la caída del Antiguo Régimen). Algunos de estos humilladeros presentan una protección arquitectónica compuesta por un techo a cuatro aguas y columnas de piedra labrada, adquiriendo una cierta monumentalidad por su tamaño y relevancia artística. También existen humilladeros con aspecto de pequeñas ermitas, pero en cualquier caso suelen ser mucho más grandes y más vistosos que los meros asubiaderos que recogemos en este mapa y que son típicos del ámbito montañés y cantábrico.

EJEMPLOS EN LA CANTABRIA BURGALESA

El presente mapa recoge todas las ubicaciones que conocemos hasta la fecha de este tipo de capillas en Las Merindades. Mapa realizado gracias a los datos facilitados por Eduardo Montañés, Andrés Correo Matas, Borja González y varios otros informantes de Facebook. ¡Gracias a todos!

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A continuación os mostramos una selección de imágenes de distintas capillas de ánimas situadas en nuestra zona.

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Entre Soncillo y Quintanaentello, Valle de Valdebezana.

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Brizuela, Merindad de Valdeporres.

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Casillas, Villarcayo.

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Hornillalastra, Merindad de Sotoscueva.

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Villasana, Valle de Mena (Foto de José Íñigo Otaola).

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Montejo, Alfoz de Bricia.

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Quintanilla, Santa Gadea del Alfoz.

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Munilla, Valle de Valdebezana.

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San Vicente de Villamezán, Valle de Valdebezana.

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Oteo de Losa, Medina de Pomar.

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Virtus, Valle de Valdebezana.

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Linares, Merindad de Sotoscueva.

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El Almiñé, Merindad de Valdivielso.

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Momediano, Medina de Pomar.

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Santa Coloma del Rudrón, Sargentes de La Lora.

Agradecimientos:
Texto gracias a varias páginas web y los comentarios de Angel Neila, Xurde Morán y Eduardo Montañés.

Bibliografía:
Sánchez Trujillano, M. T. y Gómez Martínez, J. R. (1978). «Los santucos montañeses». Narria: Estudios de artes y costumbres populares (12): 33-35.
Sánchez Trujillano, M. T. (1976). «Humilladeros de La Montaña. Los “Santucos de las Ánimas”». Publicaciones del Instituto de Etnografía y Folklore Hoyos Sainz (VIII): 259-276.

 

 

 

 

¿Oña (Cillaperlata, Frías) son Merindades o Bureba?

Para abrir boca os ofrecemos unas breves reseñas históricas:

Oña y su monasterio benedictino de San Salvador (fundado en el año 1011 por el conde de Castilla Sancho García, nieto de Fernán González), ejerció una indudable influencia en buena parte de Las Merindades. Conocido es, por ejemplo, su papel relevante en la repoblación de los montes pasiegos.

En plena Edad Media (finales del siglo XIII) mantuvo un prolongado pleito con el concejo de Frías (llamado el Pleito de los Cien Testigos) por la titularidad de bienes y derechos diversos, que ejemplifica perfectamente las luchas de poder de finales de la Edad Media entre una villa esencialmente abacial y eclesiástica, anclada en el pasado, frente a la netamente burguesa y comercialmente dinámica Frías.

En el Becerro de las Behetrías (1351) aparece formando parte de la Merindad de la Bureba y no de la de Castilla la Vieja que abarcaba desde Laredo hasta Miranda incluyendo la mayor parte de Las Merindades (excepto la zona campurriana).

En el Censo de los Millones (1591) sigue formando parte de La Bureba, en concreto, del arciprestazgo de Salas.

En 1615, Antonio de Yepes describe Oña como un “Valle muy antiguo y muy noble en las montañas de Burgos”, por lo tanto parece que fue visto como parte integrante de La Montaña desde antiguo, al contrario que otros enclaves cercanos de La Bureba.

En ocasiones se la ha adscrito a la Merindad de Cuesta Urria (Censo de Pecheros de 1528, por ejemplo) pero todo indica que Oña no formó nunca parte política de Merindades desde que existen noticias. No fue una de las siete merindades primigenias. No perteneció a ninguno de los tres partidos en que estaba dividida las Merindades en la época de las Intendencias (1749-1833). Tampoco entró a formar parte del partido judicial de Villarcayo tras 1833 y hoy en día sigue perteneciendo al Partido Judicial de Briviesca. En consecuencia, desde hace siglos lleva perteneciendo a La Bureba.

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Tras la caída del Antiguo Régimen y la constitución de la actual provincia de Burgos por decreto (1833) el ayuntamiento quedó conformado exclusivamente por la zona más oscura de este mapa, su territorio original en tiempos contemporáneos. En 1850 incorpora a Cereceda y Penches, antaño pertenecientes a la Merindad de Cuesta Urria, Partido de Castilla La Vieja en Laredo. En 1950 incorpora a Villanueva de los Montes y Zangández, antaño pertenecientes al Valle de Tobalina y el Partido de Castilla la Vieja en Burgos. En fechas tan próximas como 1980 incorpora a bastantes pueblos, ampliando notablemente su extensión, especialmente por el sur. 1). Barcina de los Montes, la Aldea del Portillo del Busto y la Molina del Portillo del Busto, anteriormente pertenecientes a la Merindad de Cuesta Urria, Castilla la Vieja en Laredo. 2). Bentretea, Terminón, Castellanos de Bureba, Pino de Bureba y Cornudilla, aque fueron parte de la Cuadrilla de Caderechas, Merindad de Bureba. 3). La Parte de Bureba y Hermosilla, antaño parte de la Cuadrilla de La Vid, Merindad de Bureba.

Para finalizar, señalar que Cillaperlata y Frías pertenecieron a La Bureba desde 1833 hasta 1984. Y aún en un BOCYL de 2016 siguen incluyendo a estos dos municipios en la comarca de Bureba-Ebro.

Merindades, Sedano y parte de la Montaña Palentina en la Provincia de Cantabria. 16 de julio de 1754

AHPC, Protocolos, leg. 975-2, fol. 79-82. Astillero, 1754, julio, 16.

Cada 28 de julio todos los cántabros conmemoran la constitución de la Provincia de Cantabria que tuvo lugar en Puente San Miguel en 1778. Hubo otros intentos previos de organización del territorio montañés en base a unas ordenanzas comunes. Uno de ellos, no tan conocido como merece, es el que puede extraerse de esta reunión celebrada en Guarnizo en 1754.

A esta cita acudieron representantes de casi todas las jurisdicciones montañesas, tanto las situadas al norte como las situadas al sur de la cordillera; desde el valle de Villaverde a lugares actualmente pertenecientes al municipio de Velilla del Río Carrión; desde Berberana y Frías hasta Ribadedeva y las Peñamelleras; y desde el Portillo del Fresno, en el Páramo de Masa, hasta el mar.

El siguiente mapa, elaborado por Terra Cantabrorum, muestra los territorios y jurisdicciones que asistieron a esta reunión constitutiva.

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Territorios que acudieron a la reunión de Guarnizo, 1754. 

 

El texto completo dice lo siguiente: «En el Real Astillero de Guarnizo, a diez y seis días del mes de julio de mil setezientos cinquenta y quatro años, ante mí, el scribano público real, y testigos ynfraescriptos, se juntaron los caualleros diputados de las jurisdicciones de que se compone esta Mui Noble y Leal Prouincia de Cantabria y Bastón de las Quatro Villas de la Costa del Mar, combocados por despacho librado por el señor don Domingo Bretón, comendador del Almendralejo en el orden de Santiago, theniente coronel de ynfanteria española, gouernador político y militar de dichas Quatro Villas y Vastón, el que se les a comunicado por vereda, em birtud de Real Provissión de los señores del Real y Supremo Consejo de Castilla, expedida a ynstancia de don Joseph Carlos de Calua, diputado general de dicha Mui Noble Prouincia. Señaladamente, dicho señor gouernador y los señores don Pedro Abarca Calderón, por la villa de Santander y su Real Abbadía; don Joseph Carlos de Calua y Llana, por la villa de Laredo y la de Seña; don Pedro Pumarejo, por la villa del Puerto de Santoña; don Manuel de Azas, diputado general de la merindad de Trasmiera; don Joseph Manuel Covo de la Torre, abogado de los Reales Consejos, theniente y auditor general de Guerra y Marina, don Joachín de Casuso, abogado de los Reales Consejos, y don Fernando de la Sota Herrera, por las jurisdiciones de dicha merindad; don Juan Anguel de la Peña, por la ciudad de Frías; don Juan Fernández del Castillo, por la merindad de Questa Vra; don Joseph Hortíz de Valderama, por el valle de Tobalina, por el lugar de Basconuelos y villa de Zaornín; don Juan Fernández del Castillo, por la villa de Moneo; don Matheo de Guinea, por la villa de Villalua de Losa; don Fernando de la Riua Herrera, por la villa de Villarias, la de Vocos, la de Medina del Pumar, Merindades de Castilla la Vieja y por la Junta de Puente Dei; don Juan de Salazar, por la villa de Veruerana; don Juan Alonso de Bustamante por la Prouincia de Nueue Valles de Asturias de Santillana; don Francisco Antonio de España, abogado de los Reales Consejos (y calificador del Santo Oficio)i de Ynquisición, por los Valles de Toranzo y Castañeda; el señor marqués de las Quebas de Velasco, por la villa de Espinosa de los Monteros; don Gabriel de Concha y de La Concha, por el valle de Carriedo; don Pedro Pérez Conde, por la villa de la Bega de Montes de Pas; don Juan Antonio Alonso, por la villa de San Pedro del Romeral; don Ermerejildo del Llanderal, por el valle de Liendo; don Juan Pérez de las Llamosas, por el Valle de Vuriezo; don Nicolás Gabriel de la Maza, por el valle de Villaverde; don Matheo Zorrilla del Corral, por el valle de Soba; don Manuel Herrero Sarauia, por la junta de Paraias y lugar de Zereceda; don Joseph de Escaxadillo, por el lugar de Vdalla y de Oz de Marrón; don Joseph Joachín de la Puente, por la villa de Ampuero; don Juan Antonio Merino y don Francisco Ruiz Gallo, por la villa de Vrganeja del Castillo, de la del Onor de Sedano y por la de Villaescusa del Buitrón; don Manuel Fernández de Villegas, por el valle de Val de Vezana, villa de Santagadia y su Alfoz; don Juan González, por los valles de Oz de Arriua y Zamanzas; don Francisco Miguel de Peredo, por la villa de Santillana y su Real Abbadia; don Pedro García Velarde, por la villa de Torre la Vega y su jurisdizión; don Bernardo García Herrera, por la villa de Cartes; don Miguel Díaz de Quijano, por el valle de Buelna; don Joseph Bernardo Quijano, por el valle de Cieza; el licenciado don Francisco de Queto Quevedo, por la villa de Pie de Concha y valle de Yguña; don Juan Guerra, por el valle de Anieuas; don Ygnacio Ramírez de Olea, por la villa de Reynosa, sus hermandades y jurisdizión, villas de Santa María del Valle, San Martín de Oios, la de Pesquera, marquesado de Argüeso y villa de Quena; don Juan Francisco de Vdías Pariente, por San Bizente de la Varquera; don Francisco Antonio de Ráuago, comisario real de Marina, por el valle de Val de San Bizente, Coto de Estrada, valles de las Herrerias, de Ribadedeua, Peña Rubia, de Poblaciones, lugar de Trasviso, y valles de Lamasón, y Peña Mellera; don Juan Antonio de Prío, por el valle de Valdáliga; don Pedro Daiz, por la villa de Campo Redén, la de Alua y Valcouio, y la de la Lastra; don Juan de Quena, por la villa de Ceruera; don Pedro Díaz Ramírez por la villa de San Saluador, lugares de Areños y Casa Vegas; don Joseph de Cosío Velarde, por los valles de Tudanca y Río Nansa; don Joseph Vélez de las Quebas, por la prouincia de Liébana; don Bentura Antonio Yváñez, por la villa de Aguilar de Campó; don Bernardo de Cosío, por los lugares de la jurisdición de dicha villa de Aguilar de Campó; don Gaspar del Río, por el valle de Ruesga; don Joseph Pérez, por la villa de San Roque de Rrumiera; y don Francisco Antonio Lucio de Balado, por la jurisdizión de el alfoz de Brijia y del valle de Val de Redible. Y, así juntos, dijeron: que, en cumplimiento de dicha Real Prouissión y para que tenga el deuido efecto cosa tan ymportante a la vtilidad común, aprovando y ratificando los poderes anteriormente dados en este asupto, por esta Junta, a los señores don Juan Antonio de Espina Velasco y don Joseph Carlos de Calva y Llana, y todo lo que en su virtud se haya obrado, y dejándolos en su fuerza y vigor para lo suzesiuo, de un acuerdo y voto xeneral, nemine discrepanteii, nombran y elijen por diputados para disponer los capítulos de ordenanzas que se preuiene a los dichos señores don Joseph Cobo de la Torre, don Francisco Antonio de España, don Juan Alonso Bustamante, don Francisco Miguel de Peredo, don Joachín de Casuso Albear, don Joseph de Quijano, don Francisco Antonio de Ráuago, don Fernando de la Riua Herrera, don Manuel Fernández de Villegas, don Antonio de Rada Velasco, don Bernardo Cosío y don Ygnacio Ramírez de Olea, a quienes confieren las más plenas y nezesarias facultades para acordar y hazer los expresados capítulos de ordenanza que siruan de regla para perficionar el establecimiento y gouierno perpetuo de esta Provincia y Vnión permanente que se desea. Y lo que así se ordenare y acordare por dichos señores diputados, o la maior parte de su número, según les pareciere más combeniente al seruicio de ambas Magestades, vtilidad común y xeneral de los pueblos que constituien este cuerpo de prouincia, aya de seruir y tenerse por tal ordenanza ymbariable, mereciendo la aprovazión y confirmación de su Magestad y señores de dicho su Real y Supremo Consejo, se a de solizitar, por medio de los referidos apoderados antezedentes, a cuio fin, firmados que sean dichos capítulos, se les entregarán y dirijirán. Y precediendo comunicar las combenientes noticias a las jurisdiciones y pueblos que gustaren, por medio de los nominados caualleros apoderados de cada vna. Quedando, así mismo, desde aora, acordado y preuenido que dichos diputados vocales den quenta, en sus jurisdiciones, deste nombramiento y deliberazión, para que, ofreciéndose a qualquiera de sus yndiuiduos alguna cosa o asumpto, que parezca conduzente a las preuenidas ordenanzas, le esponga y comunique por su mano a los que quedan diputados para su formazión, en el término de treinta días, que comienzen a correr desde oi, que se axina para participar estas noticias, conzernientes al maior acierto de tan justo fin.Y, en la forma expresada, lo decreptaron, determinaron y firmaron, siendo testigos don Pedro de Ontauilla, vezino deste valle; don Francisco de la Mora Fernández, vezino del valle de Castañeda; y Pedro de Cauiedes, vezino de Laredo. Doy fee. Protestado: “y calificador del Santo Oficio”, no valga. (Firmado y rubricado a doble columna:) don Domingo Bretón, Fernando de la Riba Herrera, don Francisco Antonio de Rávago, don Joseph Manuel Cobo de laTorre, don Joseph Carlos de Calba y Llana, don Francisco Antonio de España, don Juan Francisco de Cueto, don Manuel de Azas Sierra, don Juan Francisco de Vdías y Pariente, Juan Alonso Bustamante Tagle, Pedro de Pumarejo, don Francisco Lucio, don Juan Pérez de Las Llamossas, Manuel Herrero, Juan Fernández del Castillo, Pedro Pérez Conde, Joseph Hortíz de Valderrama, Matheo de Guinea, don Juan de Salazar, don Francisco Miguel de Peredo, don Ignacio Ramírez Olea, Ylustrísimo Marqués de las Cuebas de Velasco, don Pedro García Velarde, don Joseph Quixano, don Hermenegildo de Llanderal, don Juan Antonio de Prío Revoleño, don Nicolás Gabriel de la Maza Palacio, Joseph de Escajadillo, Juan Antonio Alonso, Pedro Díaz, Manuel Hortíz y Díaz, don Juan Antonio Guerra, Pedro Abarca Calderón, don Joseph Vélez de las Cuebas, Joseph Bernardo Garzía de Herrera, don Bernardo Manuel de Cossío, Bentura Antonio Ybáñez, don Juan Antonio Merino, Fernando de la Sota Herrera, Joseph de Cossío Velarde, don Miguel Ramón Díaz Quijano, Matheo Zorrilla, don Joseph Pérez, Gaspar Ángel del Río Riaño, Lizenciado don Joachín de Casuso Aluear, don Manuel Fernández de Villegas, don Juan Ángel Fernández de la Peña, don Joseph Joachín de la Puente, Juan Pérez de Camino Ceres, Gabriel de Concha y de la Concha, don Juan González, Juan de Cuena. Ante mí: Alonso González Castañón.»

 

La idea de formar la provincia de Cantabria nace a partir de la formación de la Provincia de los Nueve Valles de las Asturias de Santillana (1581), como respuesta a la tremenda fragmentación del territorio. En principio, se busca unir al proyecto a las jurisdicciones más cercanas a los Nueve Valles. Poco a poco, se extiende la idea por todo el Bastón de Laredo y, efectivamente, éste intento de 1754 es el primero que va a incluir a todas las jurisdicciones consideradas «cántabras» en aquel entonces (La Montaña Baja o Peñas al Mar; La Montaña Palentina y Las Montañas de Burgos. Quedaron fuera del proyecto otros antiguos territorios cántabros que en aquella época estaban integrados en las provincias de Asturias, León, Vizcaya, Álava y algunas jurisdicciones de las de Burgos y Palencia que ya no eran conscientes de su herencia cántabra en esa época). El hecho de que el proyecto, a pesar de contar con el importante apoyo que tuvo en su comienzo, fracasara, hizo que las jurisdicciones lo abandonaran (entre otras razones por el coste económico que suponían los lentos trámites administrativos y continuos viajes para unas jurisdicciones nunca sobradas de dinero), continuándolo únicamente la susodicha provincia de los Nueve Valles, que, unida a las jurisdicciones más cercanas a ella, acabó logrando la aprobación real de la Provincia de Cantabria en 1778.

Esta reunión habría que enmarcarla en los esfuerzos del padre Rábago, natural de Polaciones, amigo personal del Papa Benedicto XIV y del Marqués de la Ensenada (privado del rey) y confesor del rey Fernando VI, por resolver la anómala situación de las jurisdicciones cántabras en su época (a un lado teníamos Asturias, al otro el señorío de Vizcaya, y, sin embargo, nosotros seguíamos divididos en una multiplicidad de jurisdicciones sin un nexo oficial, aparte del Bastón de Laredo, que era militar y no abarcaba a toda La Montaña). Consiguió del Papa la creación del Obispado de Santander (1754) y del rey el título de ciudad para Santander (1755), pero la que había de ser su mayor obra, la aprobación de la Provincia de Cantabria, al tardar más por necesitar de la elaboración de los estatutos y su aprobación en Junta, no llegó a tiempo: cayó en desgracia el Marqués de la Ensenada y, poco a poco, todos los que habían sido sus amigos fueron retirados de los puestos de la Corte. De modo que, cuando llegaron las ordenanzas de la provincia a la capital, ya no tenían quién las defendiera ante el rey y fueron rechazadas, precisamente por estar apadrinadas por Rábago.

Texto e imágenes gracias a Juan Domingo Álvarez.

 

 

 

 

 

Las Montañas de Burgos: Delimitación Histórica.

 

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Las MONTAÑAS DE BURGOS o MONTAÑA DE BURGOS es una denominación histórica con la que se ha conocido durante siglos a un área regional de rasgos lo suficientemente característicos y únicos como para merecer nombre propio. Es, pues, la denominación histórica de una realidad geográfica y cultural. Por tal se ha conocido durante siglos al septentrión castellano, alojado sobre las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y diferenciado a su vez entre la parte de Peñas al Mar o Montañas Bajas de Burgos y la parte de Peñas a Castilla o Montañas Altas de Burgos, que llegaba hasta el Ebro. Acepción genérica para un conjunto extenso que se iniciaba en las Peñamelleras y terminaba en la raya eclesiástica entre los viejos obispados de Burgos y Calahorra. La etiqueta de “de Burgos” procede de que fue la ciudad de Burgos la que ejerció un dominio eclesiástico y político sobre toda la zona, al ser cabeza del arzobispado y la única del territorio con voz y voto en las Cortes medievales castellanas. Fue utilizada casi en exclusiva por autores del resto de España, probablemente para diferenciarla del resto de montañas del Reino.

Las Montañas de Burgos forman parte de LA MONTAÑA, un impreciso territorio, más sentimental que político, que abarca desde hace tiempo no solo a las Montañas de Burgos, sino también a las de Reinosa. Cervera y este de León, coincidente a grandes rasgos con el territorio prerromano y visigodo de Cantabria. Lleva utilizándose desde la Edad Media (Poema de Fernán González, siglo XIII) y tal vez desde entonces o poco después, los oriundos de la zona llevan autodescribiéndose a sí mismos por este corónimo y sobre todo por el gentilicio de MONTAÑESES.

Anteriormente, parece ser que todo el territorio de las Montañas de Burgos fue llamado simplemente ASTURIAS. Así se deduce de esta interpretación histórica que hace Prudencio de Sandoval en 1601 de las posesiones que tuvo el rey Sancho en 1037 en la costa de Laredo durante el corto periodo expansionista (1028-1054) del reino navarro en suelo montañés: “Estas Asturias no son las de Oviedo, ni las de Santillana, sino las montañas de Burgos, y costa de Laredo, que se llamaron Asturias; como parece por escrituras del Rey don Garcia de Najara, en que dize, que era señor de Asturias y son las que digo de Laredo, donde se hallan donaciones hechas por este Rey, y llegavan hasta la villa de Cueto”. Este nombre de Asturias de Laredo, junto con el de Asturias de Trasmiera, aparecen ocasionalmente en algunos documentos tempranos para referirse a esta zona más oriental del antaño reino asturiano, aunque todo indica que no incluía a las Merindades, sujeta junto con Alava a otras dinámicas territoriales derivadas de su cercanía al Ebro musulmán.

Merindades fue llamada primero Castilla, a secas (s. IX) aunque pocos años después (s. X) ya aparece como Castilla Vieja, para diferenciarla de otros territorios de la actual Burgos conquistados al califato. La rápida expansión territorial del condado/reino hacia el sur pronto dejó vacío de contenido al término de Castilla Vieja, que cada vez abarcaba más y significaba menos. Hacia el siglo XVI pasó a llamarse Castilla la Vieja a toda la parte castellana hasta Guadarrama, diferenciada de Castilla la Nueva que hasta entonces había sido llamada Reyno de Toledo. Y es por esta misma época cuando aparecen las primeras menciones a naturales de las Merindades autodenominándose como montañeses, diferenciados de los castellanos de Lara, Simancas y otros sitios de la meseta del Duero.

 

LAS MONTAÑAS DE BURGOS EN CANTABRIA

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Virgen de la Bien Aparecida, patrona de la diócesis de Santander y de Cantabria.

 

Como acabamos de comentar, desde las primeras menciones (siglo XIII) y hasta el siglo XVIII, el concepto “Montañas de Burgos” sirvió para designar a la mayor parte de la actual Cantabria, además de a las Merindades y otros lugares. Entre las innumerables citas y documentos históricos que atestiguan que Las Montañas de Burgos hacían referencia a lugares de la actual Cantabria tenemos las siguientes:

  • En 1618 existe constancia de un Caballero de la Orden de Calatrava llamado “Sebastián de Londoño del Vado, nacido en 1618 en BÁRCENA DE CICERO, Montañas de Burgos”.
  • Fernando de Montesinos, 1639: “Santiago del Castillo, natural de S. VICENTE DE LA BARQUERA, en las Montañas de Burgos”.
  • En 1682: “Don José García de La Loma, natural de COLINDRES, montañas de Burgos.”
  • En 1697, Alfonso Limón Montero sitúa la Fuensanta del lugar de LIÉRGANES en la “junta de Cudeyo y Merindad de Trasmiera en las montañas de Burgos”.
  • En 1708 se recoge una carta ejecutoria de 1533 y 1655 a favor de Rodrigo, Pedro y Francisco Valle, “antiguos Hijosdalgo, naturales de las montañas de Burgos, Valle de TRASMIERA, en Bárcena, donde tienen su casa y solar antiguo.”
  • En 1752 Pedro Murillo Velarde afirma que “SANTILLANA, en la Costa del Mar Occeano, sobre un pequeño Rio, al Occidente, (…) es la Capital de las Asturias de Santillana, ò de las Montañas de Burgos.”
  • En 1726, el Diccionario de la Lengua Castellana dice que: “A los principios del siglo octavo de la era Christiana pasaron del África a España las armas de los Califas de Damasco, y en breve tiempo la conquistaron toda, excepto las costas del Oceano Septentrional, en que se numeran las Asturias de Oviedo, las Montañas de Burgos, Vizcaya, y Guipúzcoa.” Una cita similar, aunque distinguiendo las Montañas de Burgos (¿las Asturias de Santillana?) de Trasmiera, nos la ofrece Juan de Ferreras en 1775: “para esto hemos de suponer que en la trágica invasión de nuestra España por los Sarracenos, todo quedó sujeto a su dominio, menos las Asturias, las Montañas de Burgos, Trasmiera, Alaba, Vizcaya, Orduña y lo que toca a Pamplona.”
  • En 1748, Juan Antonio de Estrada define el reino de León del siguiente modo: “y su mayor latitud de treinta y cinco leguas en los términos de las Asturias, y Montañas de Burgos hasta Ribadeo, siendo mucho menor la dimensión por los otros lados.”
  • En 1753 embarcaba a Indias D. Valerio Sánchez de Oceño con un criado llamado “Agustin del Corral natural del lugar de Castro Obispado de Palencia en la Provincia de LIEVANA Montañas de Burgos de veinte, y dos años de edad”.
  • En 1768, este mismo autor escribía “La villa de LAREDO tomó asiento en una eminencia rodeada de peñascos; famoso puerto de mar en el Oceano Cantabrico; primera villa de las quatro llamadas de la costa de las montañas de Burgos, de donde se saca mucho pescado para todo el Reyno, particularmente los besugos afamados en Madrid.”
  • En 1774, don Cayetano González de Vilde declara ser “vecino del barrio de Rases, del concejo de la villa de Potes, de señorío perteneciente al duque del Infantado, Provincia de LIÉBANA, Montañas de Burgos y Obispado de León»
  • En 1778, Gómez Bravo afirma que “Don Fray Alonso de Burgos nació de honesto y noble Linage en el Valle de MORTARA (Soba) de las Montañas de Burgos.”
  • En 1781 se menciona la famosa historia del hombre pez de LIÉRGANES del siguiente modo: “La noticia se difundió algunos años há à varias partes de España debaxo de la generalidad, que un Mozo, natural de las Montañas de Burgos, se había arrojado al mar, y vivido en él mucho tiempo, como pez, entre los peces”.
  • En 1827 Miñano dejaba claro que toda la parte de Peñas al Mar desde Reinosa eran Las Montañas de Burgos: “Montañas de Reinosa en España; es un promontorio de empinados cerros que está entre Burgos y el mar Cantábrico, que vulgarmente llaman montañas de Burgos”.

Apenas hemos encontrado menciones a las Montañas de Burgos en la actual comarca cántabra de Campoo y ninguna clara y referida a esta época.

 

LAS MONTAÑAS DE BURGOS EN MERINDADES

 

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Der Provinz Burgos nördlicher Theil. Franz Johann Joseph Von Reilly, 1795.

 

La extensión del territorio por el sureste aparece clara y nítida en las fuentes documentales, coincidiendo casi exactamente con la actual comarca de las Merindades. Destacamos las siguientes citas históricas de entre las decenas que existen:

  • En 1615, Antonio de Yepes describe OÑA como un “Valle muy antiguo y muy noble en las montañas de Burgos”.
  • 1629, Juan Pablo Martir Rizo: “Está la Casa de SALAZAR en las montañas de Burgos”
  • 1681, Francisco de Sota: “En el País Alto de la Montaña da [el Conde Gonçalo Muñoz] otros quatro lugares, que son: CORNEXO, POÇARES, SOTOS-CUEVA, y PRADANOS, los cuales estàn cerca de las Villas de ESPINOSA DE LOS MONTEROS, y MEDINA DE POMAR”.
  • 1681, Francisco de Sota: “MENA, donde acaba la Montaña Baxa de Burgos pos su parte Oriental y comienzan las Provincias de Alaba, y Vizcaya.”
  • 1688, Pedro Cossio y Celis: “Y en la Montaña Alta, Vellica, fuè la Villa, que oy se dize ESPINOSA DE LOS MONTEROS, como tambien se recoge de Luitprando, Author Antiguo.”
  • 1722, Cristóbal de Moscoso y Montemayor: “[Doña Alberta de Frias Salazar] Que es la Familia de FRIAS de antigua calidad en la Montaña de Burgos, y la celebrada de Salazar en la misma Montaña, que procede de aquellos dos memorables hermanos Don Gaston, y Don Galindo de Salazar, que en el año de 809 se hallaron en la decantada victoria de Ronces-Valles.”
  • 1768, Henrique Flórez: “Digo pues, que según los Geógrafos antiguos, era Cantabria las montañas de Burgos, Peñas al Mar, y Peñas á Castilla, incluyendo en lo mediterraneo, hasta las cordilleras de Peñas sobre León, por Aguilar de Campoo, y valle de SEDANO ácia FRÍAS, dejando dentro los nacimientos de los ríos Ebro, Carrión, y Pisuerga”.
  • 1782, Pascual Ramón Gutiérrez de la Hacera: “FRÍAS logra su asiento sobre una cumbre en los Valles de las Montañas de Burgos, cerca del rio Hebro.”
  • 1791, Jose Antonio Alvarez y Baena: “Pedro Barona de Valdivielso fue natural de Madrid, aunque oriundo de Villahermosa, Valle de VALDIVIELSO en las Montañas de Burgos”
  • 1806, Juan Antonio Llorente: “Hubo en la Cantabria cierto lago en que Suetonio refiere haber caído un rayo, y halládose doce segures, indicio de autoridad suprema; y este lago existe, según las señas, cerca de MEDINA DE POMAR en las montañas de Burgos sobre la ciudad de FRIAS, en que moraban los Cántabros Coniscos.”

Las Montañas de Burgos también incluían al Valle de Sedano, aunque no tenemos constancia documental de que se extendiese a Las Loras:

  • 1615, Fray Prudencio de Sandoval: «En las montañas de Burgos, ocho leguas de aquella ciudad, camino de Laredo, en tierra fría, esteril y sola, cerca de un lugar llamado Escalada, Era 801, se fundò un Monasterio de Monges.»
  • 1781, Francisco Ignacio de Cortines: «[El origen de D. Nicolás Gallo] está en las Montañas de Burgos en el Valle de Sedano, Lugar de Escalada».

 

LAS MONTAÑAS DE BURGOS EN OTROS TERRITORIOS

 

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En color verde y azul, Diócesis de Burgos hasta la creación del Obispado de Santander en 1755. Imagen de Terra Cantabrorum.

 

Como vimos anteriormente, Las Montañas de Burgos incluían también a la comarca de Liébana, a pesar de pertenecer a las Diócesis de León y de Palencia. Por el límite este, tampoco se observa una correspondencia exacta entre el Arzobispado de Burgos y las Montañas de Burgos, ya que además de incluir a todas las Encartaciones, la Montaña llegaba hasta la misma ría de Bilbao incluyendo territorios de la Diócesis de Calahorra.

  • En 1622, Alonso Lopez de Haro describe al “Capitan Francisco Lopez de Villa valeroso por sus hechos, y noble por su persona y casa solariega de los Lopez de Villa, que está situada en las montañas de Burgos en el VALLE DE CARRANÇA, en el lugar de Vianes”.
  • 1647, Gil González de Avila: [El obispado de Calahorra] Comprehende las provincias de Alava, Vizcaya, Rioja, gran parte de Guipuzcua, Climota de Navarra, ambos Cameros, y parte de la Montaña de Burgos.
  • 1689, Gabriel de Henao: “[ARÇINIEGA] Pertenece a la Hermandad de Alaba, a la Montaña de Burgos y el Arçobispo desta Ciudad es su Prelado”
  • 1797, Rafael Antúnez y Acevedo: “desde los puertos de la Coruña y Bayona en Galicia, y Avilés en Asturias, de Laredo en las Montañas y sus ENCARTACIONES, de Bilbao en Vizcaya, de S. Sebastian en Guipúzcoa”.
  • 1732, Sebastían de Portillo y Aguilar: “Fr. Andrès de Salazar, natural de las Montañas de Burgos, y valle de SOMORROSTRO, donde està la antigua y solariega casa de los Salazares.”

 

Las Montañas de Burgos también incluían a ciertos lugares del sureste de la actual Montaña Palentina dependientes de Aguilar de Campoo:

  • 1681, Francisco Sota: “Y despues de edificado, o restaurado este Monasterio, que oy es de la Orden de Premostre, se repobló cerca de èl la Villa de AGUILAR DE CAMPÒ en las dichas Montañas Altas de Burgos”.
  • 1905, Francisco Fernández de Béthencourt: “Estos Comenarestomaron su nombre del lugar de Colmenares junto á la DEHESA DE MONTEJO en las Montañas de Burgos”

Por último,

 

 

LAS MONTAÑAS DE BURGOS Y LAS MONTAÑAS DE SANTANDER

 

En el siglo XVIII la ciudad de Santander experimenta un auge sin precedentes que le hará sobrepasar a Laredo como centro comercial y político de la zona costera. En 1754 se crea el obispado de Santander y en 1755 se le otorga el título de ciudad. Es por estos años que empieza a hablarse de las MONTAÑAS DE SANTANDER, bastante antes de la constitución de la provincia homónima. Pudo ser debido a una cuestión diocesal o simplemente al progresivo poder y relevancia que fue adquiriendo Santander durante este siglo.

 

En cualquier caso, semeja ser un concepto utilizado, al igual que el anterior, por autores de fuera de la zona o cuando se hace necesario especificar a qué montañas se hace referencia.

 

La más temprana mención que hemos encontrado a las Montañas de Santander es la del Padre Henrique Flórez (1769). En un párrafo de uno de los 29 volúmenes de su España Sagrada dice lo siguiente: “(…) y de aquí corresponde el Estuario, que Strabon señala entre Asturias y Cantabria, acaso en la boca de un pequeño rio, que desagua con boca ancha en S. Vicente de la Barquera, al Oriente y cerca del rio Nanza, no lejos del limite que hoy tienen las Montañas de Santander y Asturias.”

  • En 1793 se publica en el Diario de Madrid que “Por Real Cédula de S. M. y Señores del Consejo, se ha dignado S. M. conceder facultad al Valle de Buelna, en las Montañas de Santander, para tener libremente un mercado los Miércoles de cada semana”.
  • En 1814, se publican las “Actas de las Juntas Generales de las Montañas de Santander.”
  • En 1846, Madoz distingue entre Montañas de Santander y Montañas de Burgos: “Diferentes denominaciones toman ambas cordilleras, según el punto por donde corren. (…) La que derivándose del Pirineo cruza las provincias Vascongadas y penetra en esta provincia (Burgos), formando sus lindes con aquellas y la de Santander, toma el nombre de montaña de Santander en el ramal que corre de ES. á NO. y va á formar la costa del mar cantábrico; la que corre de NE. á E. amojonando también los límites indicados por dichos puntos, el de montañas de Burgos; y el de montañas de Reinosa.”
  • 1864, Amalio Maestre: “Habiendo sido ya estudiada topográfica y geológicamente la actual Provincia de Asturias (…), tócanos ahora el dar á conocer las Montañas de Santander”.

 

 

LAS MONTAÑAS DE BURGOS EN LA ACTUALIDAD

Con la división provincial de 1833 se vio confirmada la desmembración de las Montañas de Burgos. La parte de Peñas a Castilla quedó vinculada a Burgos mientras que la parte de Peñas al Mar fue el germen y principal territorio de la actual Cantabria. Y así llegamos a nuestros días donde un creciente número de autores se refieren a las Merindades como Las Montañas de Burgos (véase, por ejemplo, Arribas 2016; Díez de Tubillexa y Merlos, 2014; Monsalvo, 2013; Ortega, 1974) incluyendo en ocasiones a Las Loras (Fernández y Fernández, 2014). Cadiñanos Bardeci (1978) hace una oportuna matización al señalar “la Montaña (comprendiendo en ella la de Burgos)”.

La conclusión más importante que se puede sacar de toda esta información es que la “Montaña de Burgos” actual es sólo una parte de la Montaña de Burgos pasada y, en realidad, una parte del conjunto de territorios que llevan conformando desde hace siglos La Montaña y de la que sus habitantes se han sentido siempre orgullosos.

Breve apunte histórico sobre Valpuesta y San Zadornil

Valpuesta es un pueblo del este de las Merindades ciertamente peculiar. Por varios motivos.

1. Acoge un monasterio en el que se escribieron las primeras palabras en castellano que han llegado hasta nuestros días (s.X). En concreto “kaballos” donde hasta entonces ponía “caballi”, “molino” en vez de “mulinum”, «calçada” en vez de “calciata”, “pozal” en lugar de “puteale” y “iermanis” en vez de “fratres”.

2. En época del Reino de Asturias contó con un obispado que ejerció su influencia por buena parte de Cantabria, Merindades, Vizcaya y Álava, el segundo del reino después del de Oviedo, fundado por el rey Alfonso II de Asturias, y que pervivió desde 804 hasta 1087.

3. Tal vez por haber sido una de las sedes episcopales geminales del posterior obispado de Burgos (creado por Alfonso VI de León en 1075), se mantuvo estrechamente vinculado a esta diócesis en siglos sucesivos, perteneciendo junto con Berberana al relativamente lejano Partido de La Bureba (Diócesis de Oca), Corregimiento de Burgos y no al Partido de Castilla Vieja en Burgos al que perteneció toda la parte este de Merindades antaño bajo dominio directo de los Condestables de Castilla (San Zadornil, Villalba de Losa, Medina de Pomar, Tobalina, Frías), ni mucho menos al Partido de Castilla Vieja en Laredo, cuya capital era Villarcayo.

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Foto de Roberto Pinedo.

 

Hoy en día constituye, junto con San Zadornil, una especie de isla geográfica perteneciente a Merindades en medio del resto del valle alavés del Omecillo.

Al respecto, cabe señalar en primer lugar que toda Valdegovía fue parte de la Castilla nuclear, perteneciendo en el aspecto contributivo a la Merindad de Castilla la Vieja desde que existen registros históricos hasta el siglo sXVI, judicialmente al Corregimiento de Villarcayo hasta el s XVIII y eclesiásticamente a la Diócesis de Burgos hasta 1951.

Por ello, lo más llamativo tal vez sea por qué Valpuesta y la Jurisdicción de San Zadornil no se incorporaron a ese proceso de desgajamiento del resto de Las Merindades como hicieron el resto de vecinos del valle. No existe la menor investigación pormenorizada al respecto, aunque sospechamos que tiene que ver con la distinta titularidad de cada enclave y la poderosa mano de los Velasco (caso de San Zadornil) y el Obispado de Burgos (en el caso de Valpuesta). En concreto, San Zadornil pasó a ser Tierras del Condestable en 1312-1392 (Arribas, 2016).

Hace unos meses veíamos que este mismo factor determinó el límite administrativo actual entre Campoo-Valderredible y el oeste de las Merindades, culturalmente indistinguibles.

 

 

 

Breve historia de Orbaneja del Castillo

La zona en la que se encuentra este precioso pueblo debió pertenecer en tiempos prerromanos al sistema castral controlado desde el impresionante oppidum cántabro de Gredilla de Sedano, comparable a los de Monte Bernorio o Cildá en extensión pero pendiente de excavaciones, como todos los castros de Burgos. Tras las guerras cántabras, el centro político se desplazó a Castro Siero. En su “castro” quedan vestigios de una antigua muralla con restos supuestamente romanos y visigodos. El enclave, al igual que los de Buradón, Tedeja o Perazancas de Ojeda, debió tener una cierta importancia en época altomedieval como punto de control de los últimos vestigios de beligerancia cántabra y frontera del Ducado de Cantabria.La zona dependía a nivel eclesiástico del Obispado de León. En la cima de Castro Siero se localiza una ermita (Santas Centola y Elena) con elementos visigodos tardíos que sugieren una continuidad habitacional y política tras la invasión árabe del 711. No hubo, por tanto, aceifas musulmanas ni mucho menos “reconquista” en Siero (descartando como una mera pirueta mental la identificación que hace Estepa Díez (2009) de Touka=Teja=Valdelateja=Siero sobre la campaña de Al-Mundhir en el 865 y adhiriéndonos a las tesis que identifican este topónimo de Touka con Auca-Oca, como hacen el resto de historiadores: Martínez Díez, 2005, sin ir más lejos). De hecho, Siero es el primer alfoz que aparece con este nombre en la documentación medieval de La Montaña desde Guardo hasta Sobrón, concretamente en el año 945. Mencionado como tal entre los siglos X-XII, debió mantener una organización cercana a los primitivos sistemas castrales hasta bien entrada la Edad Media (Martín Viso, 2002). En el siglo XIII terminan por desaparecer las funciones defensivas de Siero, tanto primigenias (cántabros) como residuales (musulmanes) y Sedano pasa a ocupar la capitalidad del territorio, pero funcionando únicamente como cabeza fiscal del dominio regio sobre la zona.

El topónimo de Orbaneja lo encontramos por primera vez en época de Alfonso VIII (1181), aunque existen dudas entre los historiadores sobre si se refiere a Orbaneja de Castillo o al Orbaneja Riopico de las inmediaciones de Burgos. La primera mención documental fiable referida a Orbaneja del Castillo no aparece hasta el Becerro de las Behetrías (1352). En esta obra aparece como Orbaneia de Castiello, formando parte del alfoz de Sedano y con él, de la Merindad de Burgos con Rio Ubierna, en la que se acababa de integrar todo el alfoz en el siglo anterior (Martínez Díez, 1981). El Becerro especifica además que se trata de un enclave aislado de realengo, por lo que debió tener una significación especial para el poder regio (Álvarez Bonge, 1996). No se conserva documentación que acredite concesión de fuero alguno, pero debió disfrutar de algún tipo de privilegio real, ya que todo apunta a que la villa experimentó una activa repoblación con gentes procedentes del sur (judíos y mozárabes), al igual que otras villas regias del entorno aforadas por parte de Alfonso VIII (Medina de Pomar, Frías, Villasana de Mena, Valmaseda, Criales o Mijangos). Especialmente notable debió ser la huella judía, como lo demuestra el hecho de que las informaciones más llamativas de toda la actual provincia de Burgos sobre este colectivo son las que se refieren a los naturales de este pueblo, a los que todavía hoy se les llama tradicionalmente rabudos. En el vecino pueblo de Huidobro dicen que “a los de Orbaneja les llamaban rabudos, porque fue el último pueblo de eso”. En el propio pueblo de Orbaneja existe el convencimiento de que “aquí éramos medio judíos. Eso de boca en boca, de padres a hijos venía. Las familias que había estaban desacreditadas entonces. También aquí decían que habían visto gente con rabo, y eran precisamente los que eran de raza judía” (Pedrosa, 2009). El aislamiento de este pueblo contribuyó a que su presencia pasase desapercibida hasta tiempos recientes (Barriuso y Laureiro, 2017).

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Orbaneja aparece como una entidad política diferenciada del resto de Sedano desde que existen registros documentales. Por ejemplo, nunca perteneció a La Honor de Sedano (siglos XIV-XIX). Dos siglos después de la creación de este señorío, en el Censo de Pecheros de 1528, Orbaneja sigue apareciendo como un pueblo independiente y ajeno a La Honor. El Censo de los Millones de 1591 recoge que Orbaneja, junto con otros tres pueblos aquende Ebro (Escalada, Quintanilla-Escalada y Turzo) pertenecen al Arciprestazgo de Cejancas en vez de al arciprestazgo de Covanera, como todo el resto de Sedano, lo que probablemente sea un indicio de que estos cuatro pueblos formaban en tempos anteriores parte de una misma entidad territorial. Pasados otros dos siglos más, el Censo de Floridablanca (1787) recoge a Orbaneja como un pueblo solo, mientras que Turzo, Escalada o Quintanilla siguen incorporados al Valle de Sedano. Hay constancia documental (1752) de que tanto Orbaneja como el Valle de Sedano pertenecían en esta época a las Cuatro Villas de la Costa, antecesor de la actual Cantabria. Tras la caída del Antiguo Régimen se crean los ayuntamientos modernos y en la época de Miñano (1828) y Madoz (1849) Orbaneja sigue siendo un ayuntamiento independiente de sus vecinos. En 1857 el también independiente ayuntamiento de Turzo se incorpora al de Orbaneja. Finalmente en 1976, este centenario resistente independentista llamado Orbaneja del Castillo termina integrándose en el ayuntamiento de Valle de Sedano. Y así sigue hasta hoy.

Para saber más:

Sobre la evolución de Castrosiero desde su esquema castral: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/625760.pdf

Sobre el Alfoz de Siero-Sedano: http://riubu.ubu.es/…/10…/2035/1/0211-8998_n194_p173-192.pdf

Sobre la Honor de Sedano: http://www.bizkaia.eus/…/kobie_24_LOS%20DESPOBLADOS%20MEDIE…(_9.pdf.

La parte oeste de Merindades integrada en la provincia de Santander y en el partido judicial de Ontaneda. 1801-1833.

Fuente: Rodríguez Fernández, A. (1986). Alcaldes y regidores: Administración Territorial y Gobierno Municipal en Cantabria durante la Edad Moderna, Santander, Institución Cultural de Cantabria, Librería Estudio.

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Amania o los vínculos toponímicos del Valle de Mena con sus vecinos

PARTE I. VÍNCULOS CON LA TIERRA DE AYALA

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El padre benedictino Gregorio Argaiz afirma en una de sus obras (1668), sin aportar más datos al respecto, que «El Noble y Real Valle de Mena se llamó antiguamente AMANIA, igualmente que el valle de Tudela y la noble tierra de Ayala, cuyos naturales se llamaron ‘amanienses’ y su capital fue Dardania, conocida hoy por el nombre de Orduña». Esta misma denominación de Amania la recoge dos siglos después Miñano en la descripción que hace del Valle de Mena en su Diccionario Geográfico-Estadístico de 1827 (Tomo VI).

Teniendo en cuenta esta parca información al respecto, resulta interesante constatar que en la vecina Tierra de Ayala existen una serie de topónimos que pueden ser indicadores de un pasado territorial común. Nos referimos a MENAGARAI, MENOYO, MENARDO y MENERDIGA, que conforman una línea que desde el corazón del valle alavés asciende hasta el de Losa por la Sierra Salvada.

Las teorías etimológicas que se han propuesto para estos enclaves son variadas. Mugurutza (2002) cree que están interrelacionados etimológicamente con un nombre genérico desconocido, preferentemente un antropónimo. MENAGARAI es un pueblo situado entre Arceniega y Amurrio y cuya etimología más comúnmente aceptada ha sido la de descomponerlo en el nombre Mena y el eusquérico garai ‘alto’, viniendo en dicho caso a significar MENA DE ARRIBA. Sin embargo, Mitxelena lo hace derivar de me(n)a, ‘mineral, mina, vena’. MENOYO es una aldea también conocida como El Campo y situada entre Menagarai y Sierra Salvada. Al margen de interpretaciones difícilmente defendibles como ‘ladera de la montaña’ (Barrenengoa, 1990), la mayoría de las explicaciones han pretendido relacionarlo con el valle de Mena. Otras opciones advierten de la posibilidad de que se trate de un genérico, a la vista del topónimo Las Menoyas de Arceniega o La Menoya en el vecino Santa Coloma. MENERDO es el nombre de un despoblado en las faldas de la Sierra Salvada, entre Aguiñaga y Madaria, y que algún autor le ha atribuido un origen visigodo. Justo por encima, en lo alto de Sierra Salvada, está el portillo de MENERDIGA, que comunica Ayala con el Valle de Losa.

La primera vez que el valle de Ayala aparece como ente territorial diferenciado es en la época de Alfonso I de Asturias (741), si aceptamos por buena su identificación con Alaone (Aiaone o Aizone según otras lecturas) de la Crónica de Alfonso III (881) (García de Cortázar, 1981; Martínez Díez, 1974). Alaón puede proceder del antropónimo latino Alaunus, que a su vez podría proceder del gentilicio alani, nombre de uno de los pueblos bárbaros que entraron en la península en el siglo V. Por otro lado, alaod (Alodia) es una palabra germánica (visigoda) que significa Tierra Libre, y cuyo dativo utilizado con connotaciones posesivas es alaodón. Este último significado enlaza con el carácter libre de este valle, que disfrutó durante los siglos siguientes de sus propios fueros, usos y costumbres, sin tener que ver con el régimen administrativo de Alava o Vizcaya. Llegó incluso a tener el rango de Provincia independiente desde 1521 hasta 1833.