Santa María de Mijangos ¿La Otra Capital del Ducado de Cantabria?

El yacimiento de Mijangos (Merindad de Cuesta Urria) se compone de estructuras y espacios bien diferenciados. En primer lugar está la iglesia, que destaca por su tamaño, importancia histórica y monumentalidad, en segundo lugar el amplio espacio sepultural que la circunda y que tiene tres niveles de enterramientos superpuestos, en tercer lugar un amplio espacio poblacional, todavía sin excavar.

La existencia de la Iglesia de Santa María de Mijangos era conocida por un epígrafe procedente de esta localidad, que permite situar la consagración del templo hacia el año 589 de nuestra era.

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Pero, a partir de los resultados de las excavaciones arqueológicas, sabemos que hubo tres fases o momentos de construcción y utilización. Por tanto, Mijangos debe entenderse como un elemento nacido a finales del Bajoimperio, desarrollado en el agitado contexto que viven estos pueblos del norte durante la etapa visigoda y adaptado a las posteriores transformaciones que dan lugar al nacimiento de la Alta Edad Media (siglos V-X).

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Recreación de la iglesia visigoda de Santa María de Mijangos en el Centro de Interpretación Arqueológica de Trespaderne. Foto de CEDER Merindades

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Imagen de Aratikos Arqueólogos.

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Imagen de Aratikos Arqueólogos.

 

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Se encuentra ubicado muy próximo a otros elementos de esa misma época como la fortaleza de Tedeja, el monasterio de San Juan de la Hoz de Cillaperlata y la iglesia de Santa María de los Reyes Godos, lo que da fe de la importancia que tuvo esta zona en época visigoda, tal vez actuando como principal punta de lanza del control visigodo contra cántabros, ruccones, suevos y vascones.

Descripción del templo de Aratikos Arqueólogos.

Más información: http://www.aratikos.com/…/2001_-_Puesta_en_valor_de_la_Igle…

Origen bereber de los pasiegos

Los Pasiegos constituyen uno de los grupos humanos más aislados y peculiares que existen en la Península Ibérica.

A sus peculiaridades culturales, reconocidas desde hace siglos, se le ha sumado en los últimos años algunos estudios científicos sobre genética de poblaciones que están mostrando que también conservan claras y distintivas peculiaridades genéticas.

 

¿LOS PASIEGOS TIENEN SANGRE BEREBER?

Sí, los datos que se derivan de los últimos estudios sobre genética de poblaciones así lo confirman. Uno de los rasgos más llamativos de los pasiegos es la alta presencia del haplogrupo E1b1b1b (E-M81). Este marcador genético, originado en el Magreb y en tiempos relativamente recientes (200 aC; Solé-Morata, 2017), se transmite solo de padres a hijos varones y presenta sus más altas frecuencias planetarias entre la población rural y montañosa del Norte de África (Marruecos 67,4%) conocida como bereberes (imazighen en su lengua). Entre los pasiegos varones, el porcentaje de aparición de genes norteafricanos es del 24%, el más alto de Europa. Mayor que el del resto de Cantabria (17%) y significativamente mayor que el de sus vecinos asturianos y vascos (2% en cada caso) (Maca-Meyer et al., 2003).

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La pregunta que cabe hacerse ante estos datos es

 

¿CUÁNDO LLEGARON LOS BEREBERES A CANTABRIA EN GENERAL Y A LA PASIEGUERÍA EN PARTICULAR?

Sobre este tema existió hasta hace poco años un cierto debate polarizado entre los que pensaban que se produjo en tiempos medievales (Bosch et al. 2001, Pereira et al., 2000) y aquellos que pensaban que procedía de tiempos prehistóricos (Gómez Casado et al., 2000, González et al., 2003). El trabajo de Maca-Meyer se inclinaba por la segunda hipótesis dado que 1) el marcador E-M81 se encuentra también extendido en el resto de Cantabria y 2) no aparecen otros marcadores de Oriente Medio en la muestra pasiega (al contrario que en la norteafricana actual). Sin embargo, cabria contraargumentar que estos datos tal vez se deban a mezclas poblacionales posteriores. Además, estudios más recientes (Adams et al., 2008; Bycroft et al., 2018) apuntan a que la influencia genética norteafricana en la península entró en España de la mano de la invasión musulmana del 711. Y, como acabamos de comentar, el reciente trabajo de Solé-Morata (2017) ha datado esta mutación genética en tiempos históricos y en el Magreb. Así que según pasa el tiempo va quedando cada vez más claro que todo lo que tenemos los habitantes del noroeste de España de “sangre mora” (que es más de lo que comúnmente se ha pensado hasta el momento) procede de tiempos históricos.

 

LA HISTORIOGRAFÍA ME HA DICHO OTRA COSA HASTA AHORA ¿DE VERDAD HUBO BEREBERES EN LA ESPAÑA MÁS “CRISTIANA” DESDE EL PRINCIPIO?

Recientemente, Bycroft et al. (2018) han publicado un interesante trabajo que corrobora otro anterior de Adams et al. (2008) y en el que muestran que el mayor porcentaje genético de ancestros de origen norteafricano en España sigue un patrón no tanto sur-norte (más genes norteafricanos en el sur de España que en el norte) sino oeste-este: Más población española con ancestros norteafricanos en el oeste de la península ibérica. De hecho el máximo de población española con genes norteafricanos se localiza actualmente en Galicia, una zona que curiosamente nunca estuvo bajo control musulmán.

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Por desgracia, ninguno de estos dos trabajos ha recogido muestras específicas pasiegas (y apenas cántabras), pero permiten constatar otro dato relevante y es que los bereberes no solo se instalaron en las zonas más islamizadas de Al Andalus durante la Edad Media sino que muchos se trasladaron a vivir en los confines más norteños de la península en los primeros años de la invasión capitaneada por unos pocos árabes .

Trabajos como los de Fernández Conde (2009) recogen como una realidad constatada la presencia de bereberes en las distintas latitudes del reino asturleonés desde las primeras décadas del siglo VIII al socaire de la invasión islámica. Sabemos además que se asentaron preferentemente en zonas rurales y montañosas (como también constata Franco Moreno, 2005), siguiendo su tradicional estilo de vida ganadero y autárquico (y que aún puede trazarse genéticamente en el Magreb actual; Bekada et al., 2013), sin llegar a constituir formaciones sociales amplias y bien estructuradas, por lo que estaban expuestos a una asimilación fácil y rápida por parte de la población autóctona que en aquellos tiempos se encontraba construyendo una articulación política y organización social dentro de los esquemas cada vez más rígidos de la feudalidad.

 

¿PERO ESTOS BEREBERES ERAN MUSULMANES?

Me alegro de que me hagas esa pregunta. El ejército de Tariq estuvo compuesto, casi en su totalidad, por grupos de bereberes norteafricanos en una fase de arabización todavía muy superficial (Fernández Conde, 2009). Pertenecían en su gran mayoría al grupo de los al- Butr, un conjunto de tribus norteafricanas incluidas dentro de la provincia hispana de Mauritania Tingitana (Hispania Transfretana) pero que se resistieron fuertemente a la romanización, tanto romana como bizantina y que seguía manteniendo numerosas prácticas paganas cuando empezaron a entrar en contacto con la religión musulmana, escasamente 100 años antes de que entraran en la península (Franco Moreno, 2005). De hecho, hoy día se considera que la posterior arabización e islamización del Magreb fue fundamentalmente un proceso de aculturación de las poblaciones indígenas bereberes, que además quedaron relegadas a entornos rurales (comprobado genéticamente por Bekada et al., 2013). Por lo tanto, conviene tener muy presente que los bereberes que migraron a España en el 711 eran gentes “muy suyas” y con escasa permeabilidad a influencias culturales de todo tipo, incluido el Islam.

Tanto es así que las fuentes árabes de la época nos hablan de frecuentes ejemplos de apostasía (renuncia a la fe islámica) por parte de los bereberes. El historiador andalusí Abenjaldún (1332-1406) narraba que en los primeros 70 años bajo el islam los beréberes cometieron apostasía una docena de veces: “La población de estas comarcas se compone de bereberes, pueblo organizado en tribus, las cuales cada una es animada por un fuerte sentimiento de asabiya (sentimiento de solidaridad tribal o clánica) pero sin resultado alguno, optando por repetidas insurrecciones y de apostasía; a cada momento se levantan en armas, sin dejarse contener por los rigurosos castigos que les infringían las tropas árabes” (Franco Moreno, 2005; Ilife, 2013).

Como resultado de todo esto, resulta fácil imaginar que algunos grupos aislados de bereberes pudieron adaptarse a su nuevo entorno social en las montañas del norte de España con relativa facilidad, pero más por concordancia cultural con los modos de vivir y de ver el mundo que se encontraron al llegar en el resto del paisanaje local que por renegación de una fe musulmana que realmente nunca llegaron a profesar con vehemencia.

 

UNA GENTE INTERESANTE ¿PODRÍAS CONTARME ALGO MÁS SOBRE ESTE PUEBLO?

Los bereberes constituyen un pueblo ciertamente singular a nivel cultural. El antropólogo Rafa Quintía los definía hace pocos años con el siguiente acertijo: “Cómo se llama un pueblo que come empanadas, frisuelos y hace aguardiente. Que baila ritmos de baile al son de gaitas y panderos. Que enterró a sus muertos en dólmenes y túmulos. Que llenó montes y roquedos de petroglifos. Que celebra el carnaval corriendo con cencerros, haciendo guerras de harina y disfrazándose con pelucas. Que usa como decoración hexapétalas, círculos concéntricos y trisqueles. Que cree en seres míticos que guardan tesoros encantados bajo tierra y que solo con un libro mágico y determinadas palabras secretas se pueden desencantar. Que habla de almas en pena que salen por la noche a andar por los caminos. Que al arco iris le pone nombre de mujer. Que usa amuletos en forma de mano contra el mal de ojo. Que tenían una lengua propia que fue proscrita en los colegios y las Administraciones. Que fueron llamados por los romanos bárbaros y de los que se decía que vivían en las montañas y eran grandes guerreros. Quiénes serán???”

 

Incluso (oh, sorpresa) hay testimonios de que comían cerdo. Parece ser que el consumo de este animal, prohibido por las religiones musulmana y judía, fue también bastante común entre algunos grupos bereberes marroquíes hasta épocas recientes (Simoons, 1994). Considerados herejes en las crónicas de la época, hay constancia de que en el emirato bereber de Barghawata (744) se consumía cerdo con naturalidad y los Gumara del Rif en el s X permitían comer la carne de cerdos hembra y verracos (Glick, 2007).

Detalles que sumados a sus fuertes tendencias democráticas y de igualdad, así como al rol fundamental que juega la mujer en la sociedad bereber (que entronca con el famoso matriarcado de los cántabros), permite singularizarlos respecto al resto de los musulmanes del Magreb y, mucho más, respecto a los de la Península Arábiga.

 

BIBLIOGRAFÍA

Adams, S. M. et al. (2008). The genetic legacy of religious diversity and intolerance: paternal lineages of Christians, Jews, and Muslims in the Iberian Peninsula. American Journal of Human Genetics, 83(6), 725-36.

Bekada A, et al. (2013) Introducing the Algerian Mitochondrial DNA and Y-Chromosome Profiles into the North African Landscape. PLoS ONE 8(2): e56775.

Bycroft C. et al. (2018). Patterns of genetic differentiation and the footprints of historical migrations in the Iberian Peninsula. BioRxiv (pre-pub. DOI:10.1101/250191

Fernandez Conde, F.J. (2009) Los mozárabes en el reino de León. Siglos VIII-XI. Studia historica. Historia medieval, 27, 53-69

Franco Moreno, B. (2005). Distribución y asentamientos de tribus bereberes (Imazighen) en el territorio emeritense en época emiral (S. VIII-X). Rev. Arqueología y Territorio Medieval, 12-1, 39-50.

Maca-Meyer, N. et al. (2003). Y Chromosome and Mitochondrial DNA characterization of Pasiegos, a human isolate from Cantabria (Spain). Annals of Human Genetics, 67,329–339.

Solé-Morata et al (2017). Whole Y-chromosome sequences reveal an extremely recent origin of the most common North African paternal lineage E-M183 (M81). Scientific Reports, 7, Article number: 15941.

Catalanes en Las Merindades medievales

Uno de los personajes medievales más curiosos que tenemos en Merindades es el de un tal don ARMENGOL que en un documento de 1201 aparece firmando una permuta de propiedades con el rey Alfonso VIII de Castilla. En concreto, Armengol, como dueño del mismísimo castillo de Frías y su villa, cede éstos a Alfonso VIII a cambio de ciertas villas palentinas como Frómista, Herreruela, San Felices de la Castillería y alguna otra.

Parece ser que este personaje fue Armengol VIII, señor de Valladolid y Conde de Urgel. Su bisabuelo Armengol V había casado con la hija de don Pedro Ansúrez, señor de Valladolid y Conde de Liébana, Carrión y Saldaña. Por este motivo poseía numerosas propiedades en la zona y estaba plenamente integrado en el devenir de la monarquía leonesa.

El cambio debió beneficiar a ambas partes. Alfonso VIII reforzaba la frontera oriental del reino castellano frente a los navarros mientras que los Armengol-Ansúrez ampliaban sus dominios en la zona de sus viejos condados.

A Frías se le concedió el fuero al año siguiente (1202), empezando así su despegue comercial y poblacional como villa medieval de realengo.

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Foto de Teo Moreno.

Breve apunte histórico sobre Valpuesta y San Zadornil

Valpuesta es un pueblo del este de las Merindades ciertamente peculiar. Por varios motivos.

1. Acoge un monasterio en el que se escribieron las primeras palabras en castellano que han llegado hasta nuestros días (s.X). En concreto “kaballos” donde hasta entonces ponía “caballi”, “molino” en vez de “mulinum”, «calçada” en vez de “calciata”, “pozal” en lugar de “puteale” y “iermanis” en vez de “fratres”.

2. En época del Reino de Asturias contó con un obispado que ejerció su influencia por buena parte de Cantabria, Merindades, Vizcaya y Álava, el segundo del reino después del de Oviedo, fundado por el rey Alfonso II de Asturias, y que pervivió desde 804 hasta 1087.

3. Tal vez por haber sido una de las sedes episcopales geminales del posterior obispado de Burgos (creado por Alfonso VI de León en 1075), se mantuvo estrechamente vinculado a esta diócesis en siglos sucesivos, perteneciendo junto con Berberana al relativamente lejano Partido de La Bureba (Diócesis de Oca), Corregimiento de Burgos y no al Partido de Castilla Vieja en Burgos al que perteneció toda la parte este de Merindades antaño bajo dominio directo de los Condestables de Castilla (San Zadornil, Villalba de Losa, Medina de Pomar, Tobalina, Frías), ni mucho menos al Partido de Castilla Vieja en Laredo, cuya capital era Villarcayo.

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Foto de Roberto Pinedo.

 

Hoy en día constituye, junto con San Zadornil, una especie de isla geográfica perteneciente a Merindades en medio del resto del valle alavés del Omecillo.

Al respecto, cabe señalar en primer lugar que toda Valdegovía fue parte de la Castilla nuclear, perteneciendo en el aspecto contributivo a la Merindad de Castilla la Vieja desde que existen registros históricos hasta el siglo sXVI, judicialmente al Corregimiento de Villarcayo hasta el s XVIII y eclesiásticamente a la Diócesis de Burgos hasta 1951.

Por ello, lo más llamativo tal vez sea por qué Valpuesta y la Jurisdicción de San Zadornil no se incorporaron a ese proceso de desgajamiento del resto de Las Merindades como hicieron el resto de vecinos del valle. No existe la menor investigación pormenorizada al respecto, aunque sospechamos que tiene que ver con la distinta titularidad de cada enclave y la poderosa mano de los Velasco (caso de San Zadornil) y el Obispado de Burgos (en el caso de Valpuesta). En concreto, San Zadornil pasó a ser Tierras del Condestable en 1312-1392 (Arribas, 2016).

Hace unos meses veíamos que este mismo factor determinó el límite administrativo actual entre Campoo-Valderredible y el oeste de las Merindades, culturalmente indistinguibles.

 

 

 

Breve historia de Orbaneja del Castillo

La zona en la que se encuentra este precioso pueblo debió pertenecer en tiempos prerromanos al sistema castral controlado desde el impresionante oppidum cántabro de Gredilla de Sedano, comparable a los de Monte Bernorio o Cildá en extensión pero pendiente de excavaciones, como todos los castros de Burgos. Tras las guerras cántabras, el centro político se desplazó a Castro Siero. En su “castro” quedan vestigios de una antigua muralla con restos supuestamente romanos y visigodos. El enclave, al igual que los de Buradón, Tedeja o Perazancas de Ojeda, debió tener una cierta importancia en época altomedieval como punto de control de los últimos vestigios de beligerancia cántabra y frontera del Ducado de Cantabria.La zona dependía a nivel eclesiástico del Obispado de León. En la cima de Castro Siero se localiza una ermita (Santas Centola y Elena) con elementos visigodos tardíos que sugieren una continuidad habitacional y política tras la invasión árabe del 711. No hubo, por tanto, aceifas musulmanas ni mucho menos “reconquista” en Siero (descartando como una mera pirueta mental la identificación que hace Estepa Díez (2009) de Touka=Teja=Valdelateja=Siero sobre la campaña de Al-Mundhir en el 865 y adhiriéndonos a las tesis que identifican este topónimo de Touka con Auca-Oca, como hacen el resto de historiadores: Martínez Díez, 2005, sin ir más lejos). De hecho, Siero es el primer alfoz que aparece con este nombre en la documentación medieval de La Montaña desde Guardo hasta Sobrón, concretamente en el año 945. Mencionado como tal entre los siglos X-XII, debió mantener una organización cercana a los primitivos sistemas castrales hasta bien entrada la Edad Media (Martín Viso, 2002). En el siglo XIII terminan por desaparecer las funciones defensivas de Siero, tanto primigenias (cántabros) como residuales (musulmanes) y Sedano pasa a ocupar la capitalidad del territorio, pero funcionando únicamente como cabeza fiscal del dominio regio sobre la zona.

El topónimo de Orbaneja lo encontramos por primera vez en época de Alfonso VIII (1181), aunque existen dudas entre los historiadores sobre si se refiere a Orbaneja de Castillo o al Orbaneja Riopico de las inmediaciones de Burgos. La primera mención documental fiable referida a Orbaneja del Castillo no aparece hasta el Becerro de las Behetrías (1352). En esta obra aparece como Orbaneia de Castiello, formando parte del alfoz de Sedano y con él, de la Merindad de Burgos con Rio Ubierna, en la que se acababa de integrar todo el alfoz en el siglo anterior (Martínez Díez, 1981). El Becerro especifica además que se trata de un enclave aislado de realengo, por lo que debió tener una significación especial para el poder regio (Álvarez Bonge, 1996). No se conserva documentación que acredite concesión de fuero alguno, pero debió disfrutar de algún tipo de privilegio real, ya que todo apunta a que la villa experimentó una activa repoblación con gentes procedentes del sur (judíos y mozárabes), al igual que otras villas regias del entorno aforadas por parte de Alfonso VIII (Medina de Pomar, Frías, Villasana de Mena, Valmaseda, Criales o Mijangos). Especialmente notable debió ser la huella judía, como lo demuestra el hecho de que las informaciones más llamativas de toda la actual provincia de Burgos sobre este colectivo son las que se refieren a los naturales de este pueblo, a los que todavía hoy se les llama tradicionalmente rabudos. En el vecino pueblo de Huidobro dicen que “a los de Orbaneja les llamaban rabudos, porque fue el último pueblo de eso”. En el propio pueblo de Orbaneja existe el convencimiento de que “aquí éramos medio judíos. Eso de boca en boca, de padres a hijos venía. Las familias que había estaban desacreditadas entonces. También aquí decían que habían visto gente con rabo, y eran precisamente los que eran de raza judía” (Pedrosa, 2009). El aislamiento de este pueblo contribuyó a que su presencia pasase desapercibida hasta tiempos recientes (Barriuso y Laureiro, 2017).

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Orbaneja aparece como una entidad política diferenciada del resto de Sedano desde que existen registros documentales. Por ejemplo, nunca perteneció a La Honor de Sedano (siglos XIV-XIX). Dos siglos después de la creación de este señorío, en el Censo de Pecheros de 1528, Orbaneja sigue apareciendo como un pueblo independiente y ajeno a La Honor. El Censo de los Millones de 1591 recoge que Orbaneja, junto con otros tres pueblos aquende Ebro (Escalada, Quintanilla-Escalada y Turzo) pertenecen al Arciprestazgo de Cejancas en vez de al arciprestazgo de Covanera, como todo el resto de Sedano, lo que probablemente sea un indicio de que estos cuatro pueblos formaban en tempos anteriores parte de una misma entidad territorial. Pasados otros dos siglos más, el Censo de Floridablanca (1787) recoge a Orbaneja como un pueblo solo, mientras que Turzo, Escalada o Quintanilla siguen incorporados al Valle de Sedano. Hay constancia documental (1752) de que tanto Orbaneja como el Valle de Sedano pertenecían en esta época a las Cuatro Villas de la Costa, antecesor de la actual Cantabria. Tras la caída del Antiguo Régimen se crean los ayuntamientos modernos y en la época de Miñano (1828) y Madoz (1849) Orbaneja sigue siendo un ayuntamiento independiente de sus vecinos. En 1857 el también independiente ayuntamiento de Turzo se incorpora al de Orbaneja. Finalmente en 1976, este centenario resistente independentista llamado Orbaneja del Castillo termina integrándose en el ayuntamiento de Valle de Sedano. Y así sigue hasta hoy.

Para saber más:

Sobre la evolución de Castrosiero desde su esquema castral: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/625760.pdf

Sobre el Alfoz de Siero-Sedano: http://riubu.ubu.es/…/10…/2035/1/0211-8998_n194_p173-192.pdf

Sobre la Honor de Sedano: http://www.bizkaia.eus/…/kobie_24_LOS%20DESPOBLADOS%20MEDIE…(_9.pdf.

Amania o los vínculos toponímicos del Valle de Mena con sus vecinos

PARTE I. VÍNCULOS CON LA TIERRA DE AYALA

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El padre benedictino Gregorio Argaiz afirma en una de sus obras (1668), sin aportar más datos al respecto, que «El Noble y Real Valle de Mena se llamó antiguamente AMANIA, igualmente que el valle de Tudela y la noble tierra de Ayala, cuyos naturales se llamaron ‘amanienses’ y su capital fue Dardania, conocida hoy por el nombre de Orduña». Esta misma denominación de Amania la recoge dos siglos después Miñano en la descripción que hace del Valle de Mena en su Diccionario Geográfico-Estadístico de 1827 (Tomo VI).

Teniendo en cuenta esta parca información al respecto, resulta interesante constatar que en la vecina Tierra de Ayala existen una serie de topónimos que pueden ser indicadores de un pasado territorial común. Nos referimos a MENAGARAI, MENOYO, MENARDO y MENERDIGA, que conforman una línea que desde el corazón del valle alavés asciende hasta el de Losa por la Sierra Salvada.

Las teorías etimológicas que se han propuesto para estos enclaves son variadas. Mugurutza (2002) cree que están interrelacionados etimológicamente con un nombre genérico desconocido, preferentemente un antropónimo. MENAGARAI es un pueblo situado entre Arceniega y Amurrio y cuya etimología más comúnmente aceptada ha sido la de descomponerlo en el nombre Mena y el eusquérico garai ‘alto’, viniendo en dicho caso a significar MENA DE ARRIBA. Sin embargo, Mitxelena lo hace derivar de me(n)a, ‘mineral, mina, vena’. MENOYO es una aldea también conocida como El Campo y situada entre Menagarai y Sierra Salvada. Al margen de interpretaciones difícilmente defendibles como ‘ladera de la montaña’ (Barrenengoa, 1990), la mayoría de las explicaciones han pretendido relacionarlo con el valle de Mena. Otras opciones advierten de la posibilidad de que se trate de un genérico, a la vista del topónimo Las Menoyas de Arceniega o La Menoya en el vecino Santa Coloma. MENERDO es el nombre de un despoblado en las faldas de la Sierra Salvada, entre Aguiñaga y Madaria, y que algún autor le ha atribuido un origen visigodo. Justo por encima, en lo alto de Sierra Salvada, está el portillo de MENERDIGA, que comunica Ayala con el Valle de Losa.

La primera vez que el valle de Ayala aparece como ente territorial diferenciado es en la época de Alfonso I de Asturias (741), si aceptamos por buena su identificación con Alaone (Aiaone o Aizone según otras lecturas) de la Crónica de Alfonso III (881) (García de Cortázar, 1981; Martínez Díez, 1974). Alaón puede proceder del antropónimo latino Alaunus, que a su vez podría proceder del gentilicio alani, nombre de uno de los pueblos bárbaros que entraron en la península en el siglo V. Por otro lado, alaod (Alodia) es una palabra germánica (visigoda) que significa Tierra Libre, y cuyo dativo utilizado con connotaciones posesivas es alaodón. Este último significado enlaza con el carácter libre de este valle, que disfrutó durante los siglos siguientes de sus propios fueros, usos y costumbres, sin tener que ver con el régimen administrativo de Alava o Vizcaya. Llegó incluso a tener el rango de Provincia independiente desde 1521 hasta 1833.

Tumbas altomedievales excavadas en roca

Las tumbas excavadas en la roca son uno de los restos del paisaje altomedieval más comunes en la Península Ibérica. Sin embargo, su estudio está lastrado por los problemas sobre su cronología. Los estudios de Alberto del Castillo, crearon una crono-tipología que ha sido dominante y que continúa funcionando como paradigma. Pero el estudio de los datos procedentes de dataciones radiocarbónicas y de ajuares permite modificar ese planteamiento. En realidad, no puede hablarse de una cronología de las tumbas excavadas en la roca, sino de cronologías muy diversas relacionadas con la utilización de esas sepulturas en contextos muy diferentes. Un enfoque más adecuado es centrarse en los procesos que dieron origen a los distintos espacios funerarios en los que aparecen las tumbas excavadas en la roca (Martín Viso, 2014).

En Merindades no hay ningún yacimiento que haya sido datado mediante métodos científicos (debido a la falta de interés por conocer nuestro pasado arqueológico), pero en la necrópolis de Peña del Mazo, Valle de Tobalina (Aratikos, 2005), compuesta por 95 tumbas excavadas total o parcialmente en la roca, se observa que son anteriores a un centro de culto datado en torno al siglo X (Martín Viso, 2012).

En la cercana Cueva de los Moros, Valdegovía, el C14 de unas tumbas excavadas en roca junto al templo eremítico nos dice que el individuo fue enterrado en el 620 dC. (Azkárate, 1991).

En consecuencia y a falta de datos mejores, podemos datar este tipo de enterramientos en época altomedieval, entre los siglos VII y IX.

 

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Cigüenza, Villarcayo. Foto de Félix Andino.

 

 

Geografía inicial de Castilla en Merindades y su relación con Álava

La etapa histórica en la que Las Merindades fueron parte indistinguible del reino asturiano (circa 745-850), antes de la aparición del primer conde castellano conocido, es una de las más interesantes de nuestra historia como comarca. Y lo es por varios motivos, entre ellos porque es en esta etapa cuando surge la palabra Castilla. Este concepto territorial ha servido a lo largo de la historia para hacer referencia a entidades políticas y conceptos geográficos muy diferentes (territorio, condado, reino, corona…) y hasta cierto punto antagónicos, que conviene tener claros para una mejor comprensión de su ambivalencia actual.

Inicialmente Castilla no fue más que un territorio de los muchos que conformaban Las Merindades. La primera mención a Castilla de las fuentes cristianas es la de la fundación del monasterio de Taranco de Mena del año 800, donde se explicita claramente que Castilla es un territorio y Mena es otro distinto. Esta Castilla nuclear puede identificarse con el territorio de Area Patriniani de otro diploma del 807, localidad que en el documento del 800 es calificada precisamente como civitate. Ya en el 816 ha incorporado el próximo valle de Sotoscueva y en el 852 el valle de Tobalina. Pero Losa todavía aparece como un territorio diferenciado a Castilla en el 853: «Et presimus presuras in Castella, in Lausa et in Mena». Es decir, en el 853 Castilla seguía siendo una cosa, Mena era otra y Losa otra. En el 892, Pancorbo estaba aún “in extremis Castellae”.

Se tiende a pensar que este territorio de Area Patriniani, también conocido tradicionalmente como Bardulias o Castilla primigenia, estaba gobernado desde la fortaleza de Tedeja pero hay varios documentos que diferencian claramente entre ambos espacios, distinción que se mantiene hasta incluso finales del siglo XI. En un documento de 1082 puede leerse: “Regnante rege Alfonso in Castella et sub eius mandato, ego comes Gundisalus in Castella, et Tetilia et Cadreggas, et in Poça” (Álamo, 1950).

Por lo tanto, la Castilla primigenia incluía solo a los territorios de la llanada de Villarcayo-Medina, desde Montija hasta el Ebro, pero sin cruzarlo. No incluía Mena, Losa, Frías, Sierra de Tobalina, Cillaperlata, Valdivielso, Zamanzas, Manzanedo, Bricia, Santa Gadea o Valdebezana. No obstante, pronto el concepto de Castilla empieza a hacerse más global, incluyendo primero a los territorios limítrofes con Álava y después al resto. Porque en sus inicios, esta Castilla más auténtica mantuvo una íntima relación con Álava.

En efecto, durante esta etapa, Alava y Castilla aparecen como las marcas orientales del reino asturiano, sujetas a continuos ataques musulmanes procedentes siempre del valle del Ebro. Es de destacar la casi unanimidad con que todos los historiadores y recopiladores musulmanes designan unidas a Alava y Los Castillos, que solo muy ocasionalmente mencionarán por separado. Señal inequívoca de la íntima relación que unía a ambos territorios por una parte y de su diferenciación por otra. A partir del año 781 Alava aparece casi siempre unida a Castilla en la expresión Alava wa-l-Qila como objetivo de la mayor parte de las expediciones musulmanas, en concreto las de los años 791, 792, 794, 796, 801, 802, 803, 823, 838, 839, y 849 (Martínez Díez, 2005).

Es interesante tener en cuenta algo que muy pocos historiadores comentan: la palabra Castilla aparece antes en una fuente musulmana (791) que en una cristiana (800). ¿Significa esto que Castilla fue una palabra adoptada de los musulmanes? Difícil saberlo con seguridad. Una cosa es cierta: la visión «encastillada» de esta Castilla se obtiene especialmente cuando es abordada desde el Ebro medio en poder musulmán, con los Montes Obarenes separándola nítidamente de las tierras alavesas, riojanas y burebanas.

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En cualquier caso, durante este período una amplia zona de Las Merindades seguía siendo diferente a esta Castilla: Valdivielso aparece aún diferenciada de Castilla (y tratadas de igual a igual, como territorios distintos) en el 967 y su integración no se produce hasta el siglo XI (Estepa, 1984). Y toda la parte occidental de Las Merindades seguían sin ser Castilla dos siglos después, en 1171, cuando el conde Gómez Gundisalvez rige las jurisdicciones de Arreba y Valdebezana, mientras que Alvaro de Lara aparece como “tenente Castella”. Para esta época, la zona occidental de Merindades era ya parte del reino de Castilla, como Siero, Campoo y otras zonas próximas, pero es que el Reino de Castilla era ya por estas fechas una cosa muy distinta a la de su origen, incluyendo territorios tan variopintos como los actuales País Vasco, Cantabria, La Rioja, Castilla, La Mancha o Plasencia (Extremadura).

Ya por entonces, los parecidos de este reino con el territorio llamado originalmente Castilla se reducían exclusivamente al nombre, y los centros de poder y decisión estaban ya muy lejos. Nuestra comarca iniciaba así un proceso de disolución cultural en un “totum revolutum” castellano del que aún no se ha recuperado.

Para más información sobre este tema:

http://www.unioviedo.net/…/i…/TSP/article/viewFile/9491/9300
https://revistas.ucm.es/…/ar…/viewFile/ELEM8484120305A/25061.

Castro (supuesto) de Bortedo, Valle de Mena

… y su relación con el castro de Malmasín, Bilbao.

 

El castro de Bortedo se localiza cerca de la aldea del mismo nombre, en el Valle de Mena. Ocupa el monte llamado Coruño, que limita por el noroeste con el municipio de Valmaseda.

No se han realizado catas arqueológicas de ningún tipo, y la prospección en superficie ha detectado únicamente concentraciones de losas en alteraciones modernas relacionadas con las aperturas de caminos y la explotación forestal. 

Pero lo realmente interesante de este castro aparece cuando se analiza la imagen LIDAR correspondiente. LIDAR es una tecnología que, entre otras cosas, permite determinar con una precisión enorme (15 cm) la elevación de cualquier terreno, eliminando además cualquier elemento vegetal que lo oculta, por lo que se está utilizando extensamente en arqueología para descubrir estructuras defensivas que hasta ahora permanecían ocultas, siendo en ocasiones incluso más efectivo que la propia prospección visual in situ. 

Analizando la imagen LIDAR se han descubierto recientemente en este enclave dos cortes pronunciados en el terreno. En ambos se sitúan las dos líneas de coronas dentadas cuyo origen y funcionalidad se desconocen y que pueden corresponderse con sistemas defensivos pertenecientes a época prerromana, medieval o incluso a las más recientes contiendas contemporáneas.

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Castro de Bortedo. Foto de José Ángel Fernández.

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Castro de Malmasín. Foto de José Ángel Fernández.

 

Este tipo de estructuras aparecen también y de forma mucho más clara en el castro de Malmasín, cerca de Basauri y con unas vistas completas de toda la ría de Bilbao. Recuerdan a la decoración en dientes de sierra utilizada en nuestro ámbito desde tiempos megalíticos hasta el medievo, aunque la realidad de quienes han estado sobre el terreno, es que Bortedo fue, según todos los indicios, una fortificación de época de la independencia española y guerras carlistas. En la roturación de pinos y tierra removida aparecen cantidad de restos de munición de armas de avancarga (bolas de plomo) y cartuchos disparados y enteros de fusiles de retrocarga (más modernos) de esas épocas. Además en la parte central hay restos de una especie de barracón de piedra a modo de fortín. El lugar es señalado en las crónicas como baluarte defensivo fronterizo y de control en el el s. XIX. Los dientes de sierra son «parcelas» de plantación escalonada igual que las de Malmasín y no tienen nada que ver con defensas previas de épocas prerromanas o medievales, que no usaban ese tipo de fortificaciones que dejaban flancos libres y puntas de defensa avanzadas.

Los castros de Bortedo y de Malmasín presentan otras coincidencias históricas dignas de mención. Bortedo aparece vinculado, al menos desde finales del siglo XII, a Lope Sánchez de Mena, Señor de Bortedo. Sánchez de Mena fue hombre de confianza de Alfonso VIII, fundador de la villa de Valmaseda en 1199 y tenente de Mena y Ayala. Malmasín pudo tener también una reocupación en la Edad Media identificada con el castillo de Malvezin documentado en 1179 en el documento de concordia entre el rey Alfonso VIII de Castilla y Sancho el Sabio de Navarra.

Estamos por lo tanto, siempre manteniendo todas las reservas posibles, ante dos enclaves con estructuras similares en dos puntos en los que coincide un mismo devenir histórico en varios momentos concretos de su historia.

Texto de José Angel Fernández y Jesús Pablo Domínguez.

 

 

 

 

Area Patriniani

Delimitación aproximada del territorio histórico de Area Patriniani (siglo IX), comprendido básicamente entre la supuesta «ciudad» del mismo nombre (ubicada por algunos entre Agüera y Nocedo, cerca de Espinosa de los Monteros y por otros en San Martín de Losa, [Pérez de Urbel, 1945; Cadiñanos-López Quintana, 2002]) y Trespaderne o «Tras Paterne».

Este territorio de Area Patriniani sería equivalente al de Bardulias y al de la más primitiva Castilla (Fiscer, 2012) y estaría controlado militarmente desde la fortaleza antaño visigoda de Tedeja (Trespaderne) y su satélite de Herrán (Valle de Tobalina).

En cualquier caso, puede observarse que este territorio no abarcaba toda la comarca y extensas zonas de Merindades quedaban fuera del mismo.

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Imagen de El Correo Mayor de Castilla.