«El Filandón» de Luis Álvarez Catalá (1872)
«[En la Merindad de Valdeporres] llámase LA HILA á una reunión de gentes de todas clases, que se practica durante el tiempo crudo de invierno. Esta tiene lugar en una determinada casa, cuyo local utiliza la gente joven para bailar los domingos, y en los demás días de la semana se hila, cose y se ocupan en otros menesteres; allí se habla de todo, se murmura, se reza, se critica y se cuentan anécdotas y chascarrillos no siempre útiles y del mejor gusto, dado lo picaresco de las frases. En este género de reuniones se practica mucho lo que llaman la «parva», ó sea, á la terminación de la velada liban unas copas de aguardiente en señal de despedida, que es siempre pagado por las mujeres, aun cuando á la reunión asistan hombres. Esta costumbre, todavía en práctica, va decreciendo.
También reuníanse las mujeres en la preparación de la hebra de ciertas plantas textiles para «la hila». El «espadar» consiste, en que con una especie de cuchilla ó espada de madera van dando golpes en la caña ó tallo del lino, para hacer saltar y desprenderse la parte leñosa de la textil, sacar la estopa, que más tarde ha de ser hilada y convertida en lienzo, que se emplea en camisas y otros usos domésticos. Esta práctica acaba de desaparecer, á virtud, sin duda, de lo trabajosa y molesta que resultaba esta pequeña industria, dado la baratura que hoy alcanzan los tejidos de algodón y la facilidad de su transporte. Las mujeres de la Merindad que nos ocupa han perdido una parte de sus ingresos con la desaparición de aquel tejido, pues que antiguamente iban á espadar, mediante estipulada retribución, á la provincia de Santander unas, á Vizcaya otras, al igual que van á sallar la tierra, así como los hombres van á segar con el dalle, dolió ó guadaña la hierba de los prados vizcaínos, y los jóvenes á Rioja, para las vendimias, y durante el invierno á otros países para elaborar aceite.»
«Estas actividades, vinculadas con el hilado de la lana o del lino, generaban relaciones entre las mujeres ocupadas en este trabajo, dando lugar a los ‘veladeros’, denominación usada en Ahedo de Butrón. Así lo explica el pastor de Cernégula, de su libro he recogido estas palabras:
Los VELADEROS eran los sitios donde hilaban el lino y lo cardaban. Sembraban mucho lino los de Ahedo. Cuando ya lo segaban lo llevaban a Pesquera o a Tubilleja para dejarlo a remojo en el río, en el Ebro. Igual había en Ahedo cinco o seis veladeros, siempre en los mismos sitios: El del difunto Anselmo y el de Lorenzo, que eran cuñados, el del sacristán, el del cura y el de unas señoras que las llamaban las de Haro. A los veladeros iban las mujeres a hilar, tenían un palo con una horquilla, metían en un gancho el copo. Después, hilaban dando vueltas. Igual íbamos también los hombres y los mozos. Bajaban de la tenada, venías con la intención de pasar un buen rato en los veladeros.
En Valhermosa de Valdivielso íbamos al HILANDERO, todas las mujeres a hilar, los hombres cantaban. La lana se lavaba en el arroyo, había que escarmenar, ahuecar, cuando está en vellón, para después hilarla. Se hilaba y se torcía, sino se rompe.»
A estas reuniones de invierno se las llamaba hilas o jilas en otras partes de Cantabria. En Asturias y León, seranos, calechos o filandones (declarado como BIC inmaterial en 2010), en Galicia fiandóns, fías, fiadeiros, fiadas… Palabras relacionadas con la actividad principal para la que fueron creadas: juntarse las mujeres para elaborar el hilo de lino o lana con el que después tejer prendas.
Las mujeres atraían a los hombres y al poco terminaron siendo reuniones donde se tocaba música, se comía y se bebía algo, se contaban historias de ayer y de hoy y se socializaba la gente del pueblo, mientras cada vecino se mantenía ocupado con alguna labor de interior.
Sobre su duración y momento del año, siempre se dijo: «Los Santos las traen y el Angel las lleva», es decir que transcurrían entre el 1 de noviembre y el 1 de marzo.
Textos:
Costa, J. (1918). Apuntes para la Historia Jurídica del Cultivo de la Ganadería en España. Madrid, Jaime Ratés.
Temiño, M. J. (2012). Los Oficios Olvidados en el Norte de Burgos. Valladolid, La Editorial de Urueña.
Fotos de diversos filandones leoneses.